... no buscará lo legal, sin lo justo... (Rafael Barret)



porque a mi entender, la justicia nunca ha estado en los tribunales

Porque la justicia, como muchas otras cosas, no es más que una idea abstracta que espera concretizarse en el accionar de los oprimidos

Porque la justicia le toca a quien la busca y a quien la piensa, y a quien la nombra

La justicia no es letra muerta, es un accionar cotidiano que busca justamente, descentralizar el poder

Porque la justicia no la construyen los dioses ni los reyes déspotas (mal llamados “gobernantes” o “poderes del estado” en las democracias occidentales modernas), no viene de arriba, sino de abajo

Porque es un error pensar que solo la conocen... los abogados (¿?)

Porque la idea de justicia ha cambiando con el tiempo, con las luchas, con los aprendizajes

Por esa y otras razones, este blog.

Con ganas de preguntarnos y re pensar, a partir de las ciencias sociales, noticias, comentarios, ensayos y demás, la siempre presente idea de la justicia

miércoles, 19 de enero de 2011

Mitos, olvidos e incisiones.Nuevas heridas para viejos problemas en la ANR


Paola Ferraro

1. Incisiones.

La accidentada Convención Colorada del 15 de enero, fue una muestra fehaciente de la crisis actualmente presente dentro del mencionado partido. Era difícil para uno, durante los primeros años de la transición democrática, imaginar que veintiún años después del golpe, el partido con mayores afiliados en la República, el mismo que logró partirizar a las Fuerzas Armadas y mantenerse en el poder durante sesenta y un años, estaría hoy en la denominada “llanura”, viviendo un proceso de segmentación y agudas disputas de poder.

Y es que, contrariamente a la lógica de filiación-devoción (I) que el discurso colorado extendió dentro de sus bases, el lanzamiento de la pre-candidatura del movimiento Honor Colorado para las presidenciales del 2013, de la mano del empresario Horacio Cartes, preocupa a amplios sectores del partido. No es para menos, tomando en cuenta su exigua labor de militancia, la cual con suerte llega a poco más de un año de afiliación. Esto, sumado a las múltiples acusaciones de vinculación con el narcotráfico, sus hábitos suntuosos y la facilidad con la que ha podido manipular a diversos sectores de la dirigencia para efectivizar la modificación del articulo 110 del estatuto de la ANR, reduciendo de 10 años a uno, la exigencia de militancia partidaria para las postulaciones a cargos electorales (senaduría, diputación, intendencias, gobernaciones, presidencia de seccionales coloradas y membresía dentro de la Junta de Gobierno) hace que no solo la elite colorada, sino también sus cuadros de trabajo en las seccionales y la ciudadanía no vinculada a este partido pare la oreja.

Para los golpeados liderazgos de Nicanor y Castiglioni (este último, más cuestionado que cualquiera) se avecina mayores dificultades. Y es que la credibilidad de estos últimos ha sido duramente cuestionada tras los hechos ocurridos el 20 de abril. Para otras figuras, como las de Zacarías Irún y el empresario Eleazar Salemma, el camino se torna difícil, requiriéndose de mayor trabajo de base y ampliación de alianzas dentro del coloradismo. Por su parte, la hasta hace poco tiempo tan aclamada líder colorada y hoy presidenta de la Junta de Gobierno, Lilian Samaniego (a quien se le atribuyó la “virtud milagrosa” de unir al partido para la victoria electoral en las últimas interdentales), ve con esta situación, una oportunidad y al mismo tiempo un obstáculo.

Por un lado, resulta factible para ella el poder aprovechar el liderazgo que atribuyen a su figura las bases coloradas, a fin de respaldar al no tan popular empresario, quien no se ha destacado por un acercamiento a las seccionales, pero si por su capacidad de construir (¿comprar?) alianzas estratégicas con líderes de peso (entre ellos, el paradigmático Juan Carlos “Cale” Galaverna). Esta jugada puede serle válida para seguir escalando como figura femenina dentro de un partido tradicional, que entre otras cosas, ha reproducido discursos y sobre todo, prácticas patriarcales… algo muy propio de un país como Paraguay, cuyo doble discurso reivindica a la mujer en el papel…pero solo en el papel (II). Pero así también, la decisión de Samaniego tiene sus contradicciones, de momento en que su figura es hoy blanco de ataques, adquiriendo el calificativo de “vendida” dentro de los espacios de discusión y desilusión de sus hasta entonces, fieles seguidores.

Este pantallazo proporciona a primera vista, la descripción de un partido colorado fuertemente golpeado por las disputas constantes, con múltiples dificultades para la construcción de una agenda común y con la imagen moral nuevamente deteriorada, no solo para con sus contrincantes inmediatos, sino también para con los seguidores de la propia asociación.

1.1. El mejor amigo de un colorado…

Creo que uno de los mitos mayormente extendidos dentro del imaginario colorado, es el de la célebre frase “el mejor amigo de un colorado es otro colorado”. La idea de contemplar a un partido como a un todo homogéneo en donde la lucha por el poder e intereses solo puede darse para con los otros, y donde el “correli”(III) es entendido en términos de hermandad/fraternidad (y no como adversario político), esconde una interpretación un tanto simplista y mitificada de las relaciones dentro del coloradismo.

Ateniéndonos a la experiencia de cohesión más significativa que tuvo el partido (el régimen stronista), en donde el poder se hallaba visiblemente concentrado en la figura de Alfredo Storessner y sus colaboradores más cercanos (primer anillo), se toman como factores principales que motivan esta cohesión aparente, la unión entre partido colorado-Fuerzas Armadas-Estado, y las consecuencias de la misma, es decir, la construcción de una gran estructura dominante.

El control absoluto de la fuerza coercitiva del Estado, principalmente de las Fuerzas Armadas, el despliegue de un aparato electoral solventado en fondos públicos, la reproducción imparable de seccionales que hacían la suerte de “centros comunitarios” construidos para asegurar una relación de lealtad incondicional con sus afiliados (a través de la compra de medicamentos, las recomendaciones laborales, las facilidades otorgadas a afiliados para ingresar a la Universidad Nacional de Asunción, entre otros) hacían que los mismos vean al partido en el poder como a una entidad con cualidades magnánimas, sin comprender que esta bondad era practicada únicamente con los afiliados (la oposición, tanto militante como la no militante, no reunía el requisito necesario para acceder a la ayuda estatal).

Pero más que una forma sutil de compra de conciencia, esta práctica tenía como principal objetivo el control de la sociedad, dado que, a medida que un mayor número de personas se unían al partido colorado, este incentivaba su campaña de afiliación y las actividades dentro de sus centros comunitarios. En las seccionales se bautizaba a la gente, conocías a tus amigos, festejabas el 15 años de tu hija, conocías a tu futuro conyugue, te casabas y hasta tenías la suerte de llevar a cabo tu funeral. En síntesis, los ciclos vitales principales de las personas tenían como epicentro la seccional, (momentos altamente significativos que marcan la construcción simbólica de valores dentro de las personas) siendo este espacio físico, el espacio idóneo para el control. Puede parecer paranoico, si lo pensamos desde nuestra realidad actual, en contexto de vida democrática. Pero durante los años de la dictadura, la sistematización de la vigilancia y vigencia del pensamiento único era tal, que los mecanismos más sutiles de dominación, fueron camuflayados con su naturalización. La práctica del pyrague (IV) o espías habían atravesado un proceso de adoctrinamiento tal, a fin de contemplar como peligroso y subversivo, a toda práctica disidente de la doctrina oficial. Los pyragues no solo vigilaban los espacios de encuentro de los “comunistas/enemigos de la patria” (V) o los espacios públicos más significativos de la sociedad civil (institutos educativos, Iglesias, parques y áreas de recreación)… también rondaban por las seccionales y vigilaban a los propios afiliados.

Igualmente, esta vigilancia y práctica de control no impidió que sectores colorados integren espacios de oposición.

La experiencia del MOPOCO (Movimiento Popular Colorado) es quizás la más conocida y mayormente documentada, como ejercicio de oposición al régimen dictatorial, dentro de las propias bases del partido. Sin embargo, no fue la única. No es mi intención explayarme sobre la caracterización de esta experiencia, simplemente deseo nombrar a la misma como una de las tantas incisiones producidas dentro del partido, a fin de ir desmitificando la idea de una cohesión absoluta durante la última dictadura.

1.2. “… es cualquier otra persona” (menos otro colorado)

La propia naturaleza de nuestra transición, constituye una muestra clara de esta división imparable en el seno del partido. El régimen stronista cae por su propio peso y contradicciones, lográndose iniciar un proceso de liberalización otorgado por el viejo poder y un tipo de transición que supone un diseño de la sociedad a la que se quiere llegar y los métodos de como llegar, teniendo en cuenta ciertas reglas que, en verdad, no son otra cosa más que el resultado de la correlación de fuerzas entre lo viejo y lo nuevo. (Flecha: 1993, 1).

Igualmente, vale señalar como principal atributo de la experiencia paraguaya que el proceso de la transición no se debió a la derrota del poder por una fuerza adversa a él, que buscara imponer un modelo totalmente distinto al que existía, sino más bien fue un quiebre del propio poder existente, en el que el sector triunfante buscaba capturar, para sí solo, el estado con el objetivo de imprimirle a éste una forma más distendida, hasta el límite que no modificara el peso de su poder (Flecha: 1993, 2)

Nuevamente resulta imposible aplicar como una verdad absoluta la frase de amistad incondicional entre colorados. Recordemos que Andrés Rodríguez, líder de las fuerzas de Stroessner, a más de ser mano derecha y correligionario del mismo, era su consuegro.

Los años de transición no harían más que alimentar estas divisiones, siempre existentes dentro de un partido. Si bien el discurso oficial hizo la visa gorda a estas diferencias, la cada vez mayor fragmentación del poder con la aparición de nuevos actores en los años de construcción de la democracia, quebrarían una vez más, la idea de unidad absoluta. Una de las primeras fragmentaciones indudables, fue la fuerte disputa por el liderazgo del partido, a través de tres frentes bien diferenciados que pugnaban por la representación colorada en las elecciones para sucesor de Andrés Rodríguez: El frente wasmosista, el argañista y el oviedista. Cada uno llevaba como denominación de la jerga cotidiana el nombre de sus líderes, y la lógica de acción de cada sector, respondía a intereses contrapuestos entre si, dado que las cabezas del movimiento (y sus seguidores inmediatos) provenían de diferentes estamentos de la sociedad (empresariado, caudillismo político conservador y fuerzas militares, respectivamente) y se valían del Partido Colorado como catapulta de poder eficiente para llegar a la presidencia.

Las divisiones y rupturas continuarían. El gobierno de Wasmosy se vería obligado a sortear toda suerte de inconvenientes, provenientes no solo desde las fuerzas de oposición, sino también (y principalmente) de su propio partido. En el medio, la siempre presente disputa implícita entre sociedad civil y fuerzas armadas marcaría los años del primer presidente civil de la democracia, sembrando dudas, miedos e intentos de golpe de estado.

Marzo del 99 constituye un acontecimiento de suma importancia por tres razones, dos de ellas, concernientes a nuestro tema de las incisiones. Por un lado, la lucha entre estos tres frentes evolucionaría hasta llegar a las elecciones del 98 y acontecimientos posteriores, como son la inesperada absolución de Oviedo (sentenciado a prisión por el intento de golpe a Wasmosy en 1996), el asesinato a Argaña y el levantamiento civil, con la posterior renuncia del pupilo del oviedismo, Raúl Cubas Grau. El UNACE, todavía inscripto como corriente interna de la ANR, pasaría junto a su líder, a un plano secundario, siendo duramente cuestionado por sectores de la ciudadanía y demás agrupaciones políticas. La figura mesiánica de Oviedo descendería en popularidad, al ser acusado como el autor intelectual de la muerte de Argaña (primero) y al liderar un segmento político responsabilizado por la muerte de jóvenes manifestantes durante la semana del Marzo Paraguayo (después). Los ataques también se reproducirían dentro del propio Partido Colorado, motivando a la separación del grupo oviedista en el 2002, pasando el UNACE a constituirse en una agrupación política aparte.(IV) E aquí una muestra de gran incisión irreversible en tiempos del nuevo régimen.

Otro aspecto que nos trae el marzo, y que guarda de alguna forma, relación con las incisiones dentro del partido, es el hecho de que en la correlación de fuerzas entre los sectores militares y civiles de la agrupación política que dirigía al país (y mantenía su hegemonía), se termina dando la victoria a los civiles. La ciudadanía primero, las fuerzas políticas después, ponen en jaque a los sectores más conservadores y anti democráticos de las Fuerzas Armadas, proporcionando un duro golpe a los vestigios de la dictadura militar.

Finalmente, creo que lo más destacado del marzo fue la reacción de la ciudadanía, como forma de ejercicio práctico de la democracia participativa y las múltiples banderas levantadas durante esa semana. Pero de eso no trata el presente ensayo, por lo cual no me extenderé en este último punto.

Más y más divisiones aparecerían en los cinco años de siguientes. Pero creo conveniente adelantarnos en el tiempo y llegar al último periodo colorado, para retomar la discusión.

El perfil del primeramente pre candidato colorado y posterior presidente de la República, Nicanor Duarte Frutos es distinto al de los otros presidentes colorados de la transición. No proviene de los sectores de poder económico y económico-político más importantes de nuestro país. Marca la diferencia al ser un líder de base, con acercamiento a sectores populares y de (aparente) simpatía hacia posturas progresistas. Di Tella lo describe como un personaje bastante nuevo en el partido, de origen modesto, que consiguió controlar a gran parte de la máquina colorada. (Di Tela: 2003, 82). Considero significativas estas diferencias, ya que marcan, no solo una distinción en el perfil, sino también una diferenciación en el manejo de los intereses dentro del partido colorado. La clase oligárquica colorada piensa en Nicanor, más como un intruso que como un aliado. Este y otros aspectos, dificultad la creación de consenso dentro del partido.

Son finalmente, los conflictos constantes entre presidente y vicepresidente por protagonizar la formula colorada por las elecciones generales del 2008, no solo el punto de división (y hasta si se quiere, de ebullición) más crítico, sino que también, es aquí en donde sectores de la dirigencia y afiliados en general aceptan mirar de frente la verdad de un partido dividido, replanteando la vieja frase sobre fidelidad entre correligionarios, y sugiriendo que la ruptura del esquema de relaciones “partido-comunidad” da como resultado que el amigo de un colorado, acabe siendo cualquier otra persona.

Todas estas incisiones constituyen antecedentes importantes. A menudo varios de los pertenecientes al partido (como así también, periodistas simpatizantes) no miran estos factores. Consideran que la problemática de las divisiones internas es algo nuevo, reciente y proveniente de los acontecimientos previos y posteriores a la derrota del 20 de abril. Como ocurre para con otros aspectos y discusiones de la vida política nacional, se llega a la mediatización de la realidad, omitiendo antecedentes inmediatos y distantes, tratando de coyuntural a cuestiones de carácter estructural(VII) . Esto hace que las preocupaciones tardías salgan a flote en momentos de crisis político-partidaria inminente.

2. Nuevos actores políticos.

Hablar sobre la crisis de los partidos políticos no es algo nuevo. Tanto a nivel nacional como internacional, las agrupaciones político-partidarias están atravesando por una fuerte crisis. La pérdida de la “mística” que caracterizó a los espacios partidarios a lo largo del siglo XX, el fortalecimiento de otros actores políticos y la posibilidad de estos últimos de disputar espacios con los partidos (ya no solo compartirlos en forma de alianza respaldatoria de una fórmula), y principalmente, la falta de credibilidad que estas agrupaciones partidarias han sembrado en el electorado (independientemente de su conformación ideológica), produce e incentiva a la crisis mencionada.

Esta problemática es visible en distintas maneras. La apática participación en elecciones es observable en números y estadísticas, como así también a partir de expresiones que se hacen más y más comunes conforme avanzan los procesos electorales: “¿Votar siempre más de lo mismo?, Pero si todos son iguales”, “los políticos solo persiguen sus intereses personales”, “acá lo que se busca es zoquete no más”, etc. La poca concurrencia a las urnas, junto con la cada vez mayor disminución de participantes en concentraciones partidarias, nos hace caer en la cuenta de las dificultades.

Considero que a los nuevos actores políticos, los podemos dividir en dos tipos (no es quizás la más adecuada de las clasificaciones, pero puede servir como un primer ejercicio). Por un lado, están los actores que deciden construir (aunque sea en principio) instancias autónomas a la de los partidos políticos (VIII) , lanzándose a partir de ahí a la arena política. Por el otro, están los individuos y agrupaciones que no provienen de la esfera de los partidos políticos pero cuentan con determinadas formas de acumulación de poder y deciden unirse a los mismos para asegurar sus intereses a través de otras formas de disputa.

2.1. Instancias autónomas a la política partidaria.

En esta podemos citar a diversos grupos provenientes de la sociedad civil organizada en tiempos y situaciones diversas: los movimientos sociales, grupos juveniles, organizaciones feministas, ecologistas, ONGs, grupos por la objeción de conciencia, movimientos gremiales estudiantiles secundarios y universitarios, sindicales, organizaciones barriales, grupos religiosos, agrupaciones artísticas o deportivas, entre otros)

A pesar de las múltiples diferencias interdisciplinarias, estas agrupaciones comparten en común la construcción de un sentimiento o ejercicio de “identidad” entre sus miembros, distinto al construido en los partidos políticos. Esta “identidad” se relaciona mayormente con la subjetividad de los individuos integrantes, diferenciándose de la lógica de fidelidad del partido-comunidad. Se es miembro de un gremio estudiantil (ejemplo) por la identificación directa con las metas y propuestas y problemáticas que este puede plantear en sus integrantes, los cuales a su vez, se sienten “parte de algo”, considerando que sus acciones no están carentes de legitimidad y pueden explayarse sin mayores obstáculos, en comparación directa a los múltiples impedimentos que encuentran al entrar en una unidad político-partidaria tradicional. Por su parte, el sentimiento de identidad hacia el partido-comunidad responde más a cuestiones de tradición intra-familiar arraigadas desde la infancia, a la transmisión (más que la construcción de valores) sobre el partido, hasta el punto de considerar la afiliación al mismo, una cuestión casi ontológica (IX) .

También se da la posibilidad de construir frentes de lucha y trabajo más específicos, acordes con la edad, estratificación social o intereses particulares de los miembros del grupo. Si bien los partidos políticos tienen como principal prioridad adquirir el poder mediante la vía electoral para partir de ahí, ejecutar un programa de acción; varios de estos grupos deciden separarse de la mencionada lógica, al considerar que sus prioridades no se resuelven por esta vía o que la victoria electoral a nivel país no está dentro de su competencia.

La expansión y diversificación de estos espacios, constituye una de las numerosas marcantes que peculiarizan al “choque generacional” existente entre los llamados “hijos de la democracia”(X) y las generaciones predecesoras. Para los padres de esta nueva generación, los jóvenes han adquirido la caracterización de seres “desinteresados por la política y por su comunidad”, “sin ideales” y dedicados a “la pavada”, por citar solo algunos ejemplos. Y es que para los padres resulta difícil (y hasta lo consideraran innecesario o inviable) hacer un análisis comparativo de naturaleza objetiva entre sus tiempos y los actuales. Los mismos están acostumbrados a considerar a la política partidaria como la única forma viable de militancia en el país, calificando a los otros espacios como una pérdida de tiempo o cuestión pasajera. Los jóvenes, por su parte, son cada vez más reacios a ocupar estos espacios de militancia contemplados por sus padres, al incorporar dentro de ellos el discurso de que “la política es luego sucia” o “te volvés mala persona al meterte en política”.

Ahora bien, considero que, contrariamente a este pensamiento conservador que marca hoy la concepción de la política en ambas generaciones, la misma debería ser entendida como toda forma o espacio para la participación activa de grupos y el posicionamiento de los mismos ante una problemática. Véase entonces al accionar político como a una cuestión de posicionamiento crítico y accionar de los grupos, a partir de la reflexión sobre un problema que atañe a los mismos.

Estos nuevos espacios políticos están en crecimiento constate, debido a su atractivo para con el sector predominante de la población paraguaya (el juvenil). Ahora bien, otro aspecto necesario de destacar, es que estos espacios se constituyen en sólidos ejercicios de la democracia participativa, propuesto que amplía la idea de protagonismo, pasándose de una instancia electoral (indirecta) a formas de integración y compromiso que impliquen la toma directa de protagonismo por parte de los interesados, acordando las distancias y suprimiendo a “intermediarios” para el ejercicio de derechos ciudadanos.

Algunos de estos grupos o movimientos deciden finalmente pasar a la vía de una institucionalización político-partidaria, adquiriendo el status de partido. En el caso paraguayo, tenemos varios ejemplos de movimientos convertidos en partidos en los últimos años.

2.2. Incorporación de individuos y grupos a la esfera político-partidaria.

Finalmente, y retomando la cuestión abordada desde el principio (la accidentada convención colorada), creo conveniente esbozar una breve descripción de este nuevo grupo de actores políticos.

Los mismos no provienen de la esfera político-partidaria, sino que son oriundos de los grupos de poder económicos más significativos del país. Comúnmente denominados “dirigentes pandorga” (por su hasta alevoso alejamiento de las bases de un partido) son en cierta forma consientes de que, entre otras cosas, la crisis de los partidos políticos ha logrado un vaciamiento del poder definitorio de la esfera partidaria. Si los partidos tradicionales (sobre todo el colorado) fueron durante un principio y hasta los primeros años de transición, los actores fundamentales en la construcción del poder político, hoy por hoy, estas estructuras caen en la correlación de fuerzas con los sectores económicos, perdiendo el poder anteriormente concentrado. No obstante, estos grupos económicos se valen de los partidos políticos y otros gremios, para debilitar y hasta neutralizar a sus adversarios actuales y potenciales.

Estos actores no solo están por encima de los partidos políticos… también lo están por encima del Estado, como una suerte de poder invisible.
El origen de estos grupos económicos incluye, desde sectores económicos tradicionales como la ganadería y la agricultura de producción a escala, pasando por el negocio inmobiliario, el de la construcción, el de la cada vez mayor concentración de las empresas de la información en pocas manos y, principalmente, el cada vez mayor avance del narcotráfico en el territorio nacional.

Sobre este último sector (sin lugar a dudas, el más polémico de todos y con mayor concentración de poder de entre los demás) el analista Mariano Grondona plantea dos diferencias en cuanto al concepto corrupción. El primero denomina actos de corrupción, cuando todavía el estado puede controlar y corregir la corrupción, y estado de corrupción, cuando el estado mismo es el forjador de la corrupción. El aparato estatal, en este caso, ya no puede controlar la corrupción (Grondona, citado por Flecha: 1993, 10)

Cartes es solo uno de los tantos ejemplos de “dirigentes pandorga” que podemos citar. No es el primero en utilizar su fortuna para escalar políticamente dentro de un partido tradicional, ni será el último. Y es que muchos de estos sectores de poderío económico, han saltado la instancia de financistas de candidaturas, a protagonistas de candidaturas.

Otro ejemplo notable dentro del partido colorado, ha sido la incorporación de Claudia Russel a las filas partidarias, de la mano del Gral. Soto Estigarribeña. Ex miembro de la UGP, se ha constituido como una de las figuras centrales de la producción de soja a nivel industrial, constituyendo un liderazgo polémico y bastante cuestionado por organizaciones sociales y de Derechos Humanos, de momento en que el país vive agudos conflictos entre el sector agro exportador-trasnacional, y las organizaciones campesinas de prácticas de producción tradicionales. A esto se le suma la utilización de plaguicidas y agroquímicos sin respeto alguno a las leyes medio ambientales, el pago exiguo (o hasta a veces nulo) de impuestos a la exportación, entre otras formas de impunidad.

Pero no cometamos el error de considerar al Partido Colorado como al único albergue político-partidario de los grupos de poder económico. La experiencia del PLRA, Patria Querida y hasta el UNACE, son otros ejemplos sobre los cuales explayarse.
Resulta entonces, difícil suponer que los liderazgos políticos volverán a la lógica de los dirigentes de base. Estos nuevos actores políticos ya no encuentran satisfactorio jugar en el banquillo de suplentes, como meros financistas de campañas electorales. Han saltado a la arena electoral, porque la defensa de sus intereses así lo requirió.


Notas al pie

(I)Cartes logra “pasar por alto” la exigencia de militancia política, con el anterior requisito de trayectoria dentro de las seccionales coloradas, (algo que tiempo atrás fue elemento cuasi-inexorable para pagar el “derecho a piso” dentro de los espacios de liderazgo) Y si bien el empresario deportivo no constituye el primero de estos casos, tal vez si sea el más alevoso de todos

(II) Fragmento del poema “Penas encimadas” de Carmen Soler. Del libro “La Alondra Herida”.

(III)Abreviatura del término “correligionario”, que hace referencia al lazo entre dos personas pertenecientes al mismo partido.

(IV) Traducción literal del guaraní “Pies peludos”. Esta expresión hace apología a lo imperceptible de su presencia, siendo capaces de filtrarse en cualquier espacio. El pyrague podía ser amigo, vecino o hasta un miembro de la propia familia de un “sospechoso”.

(V)Lo curioso aquí radica en que el comunismo era entendido para la policía y órganos paramilitares de entonces como toda forma de oposición al régimen (sea o no de izquierda radical). El comunista era un paria social que debía ser eliminado para asegurar el régimen de “paz y progreso”. De ahí el eufemismo stronista de “Democracia sin comunismo”.

(VI)El entonces movimiento UNACE (Unión Nacional de Colorados Éticos) conservaría sus siglas, pero bajo una nueva denominación (partido Unión Nacional de Ciudadanos Éticos)

(VII) Si bien este ensayo parte de la dictadura stronista para hablar de las divisiones internas del coloradismo, es necesario destacar que existieron otras varias experiencias de diferenciación de frentes y fuerte puja entre los mismos. No obstante, se parte del régimen de Stroessner, debido al carácter paradigmático de unidad mitificada que este constituye.

(VIII) Si bien algunos de los grupos no son de formación reciente (como el caso de los sindicatos, grupos religiosos y movimientos sociales campesinos), se observa que durante los años en democracia, algunas de estas agrupaciones nacen, y otras (aunque no todas) de las anteriormente presentes, se fortalecen.

(IX)Nótese esto en la expresión clásica del “ser colorado” o “ser liberal”. La idea del ser parte del partido hace que uno vea al mismo como a una segunda familia, y a su vez, como una suerte de “cédula de identidad” o “caracterización ontológica”.

(X) Entiéndase por los mismos, a aquellos nacidos que ya no vivieron los tiempos de la dictadura

BIBLIOGRAFÍA

Di Tella, Torcuato. "El modelo político paraguayo. Raíces y perspectivas". Documento de trabajo Nro. 6. La crujía Editorial. 2003

Flecha, Víctor-jacinto. "La transición paraguaya". 1993

martes, 18 de enero de 2011

Discurso de la tolerancia y propagación del "status quo"


Por: Paola Ferraro

1. Tradición autoritaria

Paraguay es un país de fuerte tradición autoritaria. Si bien la dictadura stronista constituye uno de los recuerdos más cercanos y paradigmáticos de autoritarismo, resulta necesario trasladarse en el tiempo, hasta los orígenes mismos del Estado-Nación (e incluso antes) a fin de comprender la matriz socio-histórica de una práctica tan naturalizada en nuestro medio. No en vano el celebre periódico internacional Le Monde Diplomatique, a la hora de dedicar un espacio de reflexión sobre los 21 años de vida democrática del Paraguay (la “mayoría de edad”, en términos del autor), el citado texto se vio imposibilitado de ignorar a la cimentada trayectoria de autoritarismo precoz para con nuestra historia, señalando que “ si se suman los gobiernos de Gaspar Rodríguez de Francia (1816-1840), Carlos Antonio López (1844-1862), su hijo Francisco Solano López (1862-1869), y Alfredo Stroessner (1954-1989), casi la mitad de la vida independiente paraguaya estuvo marcada por ese gran espectro, tan bien amalgamado por Augusto Roa Bastos en su libro Yo el Supremo de déspotas ilustrados, patriarcas, caudillos, patrones y dictadores” (*)

El problema de la socialización en el autoritarismo, trae consigo una amalgama de consecuencias. Independientemente a los avances esgrimidos mediante nuestra muy complicada transición a la democracia (pero transición al fin), la matriz cultural heredada permanece, de forma fuerte en algunos campos, con vestimenta sutil en otros aspectos. Si partimos de la premisa en que dos décadas atrás era imposible expresarse de forma libre, por miedo a que utilicen la fuerza coercitiva en nuestra contra (proveniente del terrorismo de Estado y sistematizado por el mismo, en casi todos los casos) comprendemos como muchas de las personas más cercanas a nosotros (padres, madres, familiares mayores en general, vecinos, profesores, etc.) mantienen posicionamientos y determinaciones que para muchos de los hoy “hijos de la democracia” (léase por los mismos, aquellos que nacimos el año del golpe y los siguientes) son de carácter despótico o totalitario. Si bien el “choque generacional” es una realidad vigente en todas las épocas y entre todas las generaciones de padres e hijos, este choque adquiere características muy particulares, en tanto que la generación de jóvenes entrante, es una generación que ha internalizado y naturalizado dentro de su cotidiano, realidades tan alejadas a las vividas por sus predecesores (práctica de la democracia participativa, libertad de expresión sin peligro-aparente-de sanción, etc.)
Esta liberalización del accionar de individuos y grupos organizados y no organizados, trae consigo el difícil desafío de la siempre nombrada “convivencia democrática”. La propuesta de construir ciudadanía a partir de la comprensión y aceptación de nuestras diferencias y posicionamientos esboza a su vez el llamado a la tolerancia. Y es en este punto en donde creo debemos parar y empezar a preguntarnos sobre nuestra comprensión de la tolerancia.

2. Dogmas

Considero que una de los principales empresas que debemos plantearnos a la hora de iniciar una convivencia entre las diferencias, es la de desmitificar los discursos instalados. La caracterización de “verdad objetiva” a aquellas contrucciones ideologicas instaladas como discurso único, impide la salida a flote (y sobre todo, la legitimidad) de visiones alternativas a lo ya “consagrado”. Ante esto surge el dogma, como verdad rebelada, y por ende incuestionable, de cómo son en verdad las cosas.

La ideología dominante (o hegemónica en el sentido gramsciano) es la que adquiere legitimidad para las personas, al disfrazar sus posicionamientos ideológicos como propuestas no-ideológicas o “universales”. Todas las demás propuestas, las que no tienen miedo de llamarse ideologías para comprender una realidad, son calificadas, peyorativamente, como "ideologismos”, o falta conciencia (entendido este último término en el sentido marxista).

No resultará extraño entonces que más de una persona defienda su postura como una cuestión de “mirada o visión objetiva”, en tanto que ataque al otro, calificándolo de ideologizado, pre suponiendo que el (el atacante) no lleva consigo una ideología bajo la manga. El punto es que esta persona si tiene una postura hacia las cosas, basada en una ideología que no conoce (o no quiere admitir) porque necesita aferrarse a la idea de ser un ser neutral-objetivo para legitimarse en su interior, y por ende, darse licencia para universalizar su visión particular del mundo.

De ahí que es hasta simpático hablar de las posiciones de “centro”, calificativo que se adjudican muchos individuos para señálar una supuesta neutralidad que les valdría el título de objetivo. ¿El centro de qué? Piensa más de uno, entendido o no en el campo de las ideologías. Y lo curioso radica en que justamente este centro-objetivo no existe a la hora de analizar más a fondo los posicionamientos de supuestos centristas. Freire decía siempre durante sus clases de pedagogía que nadie es neutral, es decir que, independientemente a la conciencia o falta de conciencia de cuales son nuestras convicciones, todos tenemos una postura sobre algo. Y es justamente, a través de la confrontación que el día a día nos presenta con las personas, que nos damos cuenta de lo frágil que es esta máscara pseudo neutralidad-objetiva que algunos desean tener.

Es como querer jugar a la idea de ser el Dios judeo-cristiano, que está por encima del bien y del mal, en tanto que no queremos admitir nuestra condición humana de hombres y mujeres libres que eligen y defienden su elección.

2.1. El dogma en nuestra experiencia

La instalación de una lectura hegemónica sobre el pasado y presente de la historia de nuestro país, logro “hacer su agosto” durante el siglo XX. En la experiencia paraguaya, esto se da de la mano de los sectores mas retardatarios de los dos partidos tradicionales, en donde el ejercicio de olvidar y re-memorar a partir de las axiomas imaginativas del partido en el poder, se constituía como un ejercicio de construcción de falsa conciencia. Tras la Guerra Civil del 47, el Partido Colorado toma protagonismo en la redacción de la historia oficial. Si bien muchos de sus autores ya se habían posicionado con anterioridad en el “arduo oficio de recuperar la memoria”, es tras terminado el mencionado conflicto, que el partido se instala de forma definitiva en el poder, a la par en que desarticula (y a partir de ahí sistemáticamente) a su oposición.

Tenemos como emblemáticos ejemplos de “recuperación de la memoria”, a defensores del nacionalismo a ultranza, como son el caso paradigmático de Oleary yNatalicio González (cuyo principal aporte de este último al partido colorado ha sido la fundación y promoción de un ala paramilitar fascista denominada “Guión Rojo”) La consagración de “esta historia”, basada en maniqueísmos de todo tipo, nos ha impedido avanzar, no solo en la idea de la diversidad “por la diversidad”, sino principalmente en la diversidad “por la necesidad”. La historia social de un país no se lee en términos de blanco o negro. Re pensar y re-escribir la historia de nuestro país debe ser, a mi criterio, la resultante principal de la comprensión de un pasado, para la aclaración de un presente y la proyección a futuro.

3. Pero volviendo a lo de la tolerancia…

La transición ha logrado en cierta forma, saciar esta necesidad. No obstante, vuelvo a la cuestión original, desafío que aun no ha sido saldado, puesto que no es del todo comprendido. Me refiero a la cuestión de la tolerancia. Resulta necesario resaltar que, para mucho, la tolerancia continúa siendo hoy una cuestión de basar la misma en reivindicaciones coincidentes. Para algunos, resulta común calificar como tolerante a aquella persona que coincide con el posicionamiento de quien califica. El tolerante es como una suerte de parnet ideológico, en tanto que las otras posturas son las intolerantes.

La herencia autoritaria adquiere entonces una doble connotación:

- Por un lado, supone que la ideología universalizada-objetiva (ejercicio realizado por las personas, de lo cual hablamos antes) es la única tolerante (porque solo mi verdad es tolerante, de momento en que nadie quiere ser un anti-valor, es decir, el in-tolerante)
- Por el otro, supone la necesidad intrínseca de “callar” a los otros posicionamientos y sectores, dado que mientras estos ejerzan la crítica, esta nos resultará incomoda. Esta incomodidad hace muchas veces que entendamos los otros posicionamientos como un acto de intolerancia hacia nuestra persona

La cuestión, en términos prácticos, es muy sencilla y recurrente. Pasa bastante. Cuando uno dice lo que piensa, y no logra coincidir con una persona o grupo, automáticamente se produce el diálogo, que no es más que el ejercicio de la dialéctica o contradicción (que puede ser entre dos opuestos o con/en uno mismo). En esta contradicción, se produce un choque de fuerzas e intereses, en donde salen a flotes las “verdades” de cada quien. Asimismo, se concidera intolerante a la persona o grupo que mantiene un posicionamiento propio y lo defiende, estando en desventaja con el posicionamiento contrario. En la correlación de fuerzas mencionada, puede llegarse a un desempate en donde el perdedor acabe siendo calificado de intolerante por emitir desacuerdos y defenderlos.

Más de una vez nos han llamado intolerantes por defender las cosas en las que creemos. Y las seguimos creyendo; ergo, las seguimos defendiendo. Parece ser que, a causa de nuestra herencia autoritaria, para muchos sectores no ha sido viable aceptar la existencia de diferencias, dejando a los otros defender su posicionamiento propio. Todos queremos ganar la discusión y cerrarla para siempre, afirmando que “el otro luego es intolerante”, y que “por eso no más lo que nunca cierra el problema”. En ese caso, vale preguntarse si el otro es intolerante por criticarme y… ¿decir lo que piensa?

La no aceptación de nuestra verdad (o hasta si se quiere, de nuestra persona) bajo la particular forma de critica (pudiendo ser esta sutil o hasta radical) es intolerancia, en tanto la misma no esté debidamente justificada. Ahora bien, si la crítica va acompañada de argumentos coherentes, y para la otra persona (la criticante) resulta fundamental defender sus ideas e intereses, la intolerancia acaba siendo nuestra, como una muestra más de autoritarismo heredado o madurado, y bajo serias intenciones de mantener el status quo.

Creo finalmente en que todos tenemos nuestra propia construcción de la verdad, y que es bueno el compartirla con otros. Creo igualmente, que superar esta actitud que lleva a “cortar las alas” de los demás es algo inexorable (bajo la excusa de una intolerancia, que no es más que nuestra). Pero principalmente, creo que la defensa de nuestras respectivas militancias debe partir del juicio y ejercicio argumentativo, solventado este último, a contenidos prácticos. Solo así, superamos al dogma rebelado (por Dios, por los caudillos, por la “autoridad”)


Notas al pie
(*) Criscaut, Andrés. « La disritmia paraguaya ». Le Monde Diplomatique. 2 de mayo de 2010 pp. 4

domingo, 9 de enero de 2011

La utopía de Soledad Barret


Por: Antonio Pecci
Fuente: Diario Última Hora

Soledad Barrett (1945-1973), nieta del gran pensador y cronista del Paraguay profundo, Rafael Barrett, es la homenajeada hoy en la histórica Plaza Italia. El Grupo Memoria, con el apoyo de diversas figuras y organizaciones, hace un rescate de esta destacada luchadora que simboliza, como pocas, la utopía, el tenaz empeño por buscar una sociedad mejor, donde "el hombre no fuera el lobo del hombre".

A pesar de que su vida y su lucha cruzan el Paraguay, la Ar- gentina, Uruguay, Brasil, Chile y Cuba, es prácticamente una desconocida en nuestro país. Desconocida e ignorada. Una activista que, rompiendo los prejuicios sobre el rol de la mujer en su época, se instaló en la lucha por una sociedad más igualitaria, codo a codo con sus compañeros latinoamericanos. Desde muy joven sintió los rigores del exilio junto a sus nueve hermanos y su padre, Alejandro, único hijo de Rafael Barrett.

Ya en la secundaria, en Montevideo, Soledad demostró su sensibilidad hacia los problemas sociales y políticos, destacándose en los mítines estudiantiles y en los actos antifascistas. Aunque Uruguay era conocida en los 60 como "la Suiza de América", sin embargo, albergaba grupos derechistas violentos. Uno de ellos la secuestró y le dejó marcada la cruz gamada en las piernas. Un suceso que tuvo un tremendo impacto social y motivó la solidaridad ciudadana. Tenía 17 años.

Pese a este hecho, se invo- lucró más aún en la lucha y, ante sucesivas persecuciones, tuvo que viajar a Chile y Cuba, donde se vinculó a la lucha la- tinoamericana, recalando finalmente en Brasil, donde encontró la muerte un 8 de enero de 1973, junto a otros 5 militantes socialistas.

A Soledad la conocí de casualidad en Santiago de Chile, en julio de 1971. Habíamos arribado a dicha ciudad con el elenco del Teatro Popular de Vanguardia, como parte de la gira camino al Festival de Manizales, Colombia. En la capital chilena nos ayudaban, entre otros, Tomás Palau y Nany Barrett, hermana de Soledad. Ambas llegaron una mañana a la radio de la Universidad Técnica, donde yo iba a ser entrevistado, y ellas participaron de la audición. Así conocí a Soledad.

Alta, de sonrisa calma, era una mujer que atraía por su be- lleza y por su rica personalidad, aunque con un dejo de tristeza. Nany nos contaría después que su hermana pasaba por un momento difícil, porque el marido, el brasileño José María Ferreira, había sido detenido y muerto al regresar clandestinamente a su país para luchar contra el régi- men. Generosa y valiente, Soledad no se arredró ante ese golpe y fue al Brasil a continuar la lucha. Allí escogería entre los compañeros de ideales a una nueva pareja: Daniel, que resultó ser un infiltrado dentro del grupo y terminaría entregándoles a la Policía.

A Soledad intentaron matarla; pero ella vive, como dice el poeta Miguel Ángel Caballero Figún, compañero de estudios en Montevideo:

"Ya se cerraron tus ojos,más profundos que la tierra;pero aún flota tu mirada,más allá de las tinieblas."

jueves, 6 de enero de 2011

Mientras Claudia Russer se pasea en su tractor, siguen muriendo niños en el campo

Por: Magali Casartelli
Fuente: Ea. Peíódico de Análisis

Nota del administrador del Blog:Encontré este artículo, mientras realizaba la ardua tarea de encontrar el número de telefóno de la Municipalidad de Jasy Kañy


Unos supieron y otros no que en la comunidad indígena Ka’aguy Poty Kamba, distrito de Jasy Kañy, Kanindeju, murió David, un niño indígena de 4 años de la parcialidad Ava Guaraní. Esto ocurrió el miércoles 10 de diciembre. Él y sus 3 hermanitos comenzaron a sentirse mal, con dolores de cabeza y diarrea.
Según los medios masivos de comunicación, la hipótesis no confirmada de la fiscalía es que los niños habrían consumido pororó hechos con semillas de maíz entregadas por el Instituto Paraguayo del Indígena para ser cultivadas y no consumidas, según declaró Margarita Mbywangi, presidenta del Indi, a un medio conocido. Así también, dejando ver un dejo de negligencia, dijo que «no tenía conocimiento acerca de si las semillas estaban tratadas con algún tipo de producto químico, porque su institución solo se encarga de la entrega».
Sin embargo…el Frente Social y Popular habla en un comunicado de que presuntamente químicos tóxicos fueron derramados por los empleados de un colono brasileño que se dedica al cultivo de soja y maíz, sin cumplir las leyes ambientales.
Inocencia Ortíz Vera, madre de David, asegura que los síntomas que padeció toda su familia y llevaron a la muerte a su hijo de 4 años fueron causados por fumigaciones en cultivos mecanizados aledaños a su comunidad; ellos no comieron el pororó que la fiscala mencionó como causa de una intoxicación supuestamente alimentaria. Actualmente esta mujer se encuentra internada con tres de sus hijos en el Hospital Indígena de Limpio. Asegura que su malestar es debido a las fumigaciones ya que los agrotóxicos son arrastrados por las lluvias hasta las fuentes de agua de donde beben, se asean y se recrean.«En nuestra comunidad vivíamos tranquilos hasta que llegaron los brasileños a plantar soja», relató.

Ya pasó antes

Y se suma a esta denuncia el antecedente de fumigaciones irresponsables en esta comunidad, lo que amerita una investigación que vaya más allá de las semillas de maíz. Una publicación del 5 de diciembre en la web de Slow Food Paraguay, habla de Diego R., un niño de la comunidad La Victoria, distrito de Jasy Kañy, Canindeyú, que fue intoxicado con agroquímicos que se usaron para la fumigación de un campo de soja cerca de su casa. «La comunidad se encuentra dividida por un arroyo, el cual marca el mapa de la vida y el de la muerte, pues los que habitan del otro lado viven una vida tranquila», comentó Diego Segovia sociólogo en la institución BASE Investigaciones Sociales, testigo del estado de salud del niño.

«Dieguito estuvo 8 días sin comer con vómitos y mareos, y los médicos solo le dieron antiparasitarios», expresó con tristeza. Como el niño ya presentaba un cuadro delicado de salud, lo trajeron hasta Asunción donde le realizaron un análisis de colinesterasa, para determinar si fue intoxicado por agrotóxicos. Los resultados fueron positivos y los niveles de colinesterasa en Dieguito eran elevados aún dos semanas después del inicio de los síntomas. Lo cual habla de la agresividad del veneno; lo que ocurre es que los médicos tienen miedo de denunciar una intoxicación con plaguicidas, pues la policía esta comprada por los sojeros, aseguró Segovia.

Pasan los días desde la muerte de David, mientras el sector acusado hace una muestra opulenta de su poder económico en el Tractorazo, exigiendo «seguridad» y «trabajo», con la firme alianza de la prensa empresarial, que no dudó en posicionarse, de la misma manera en que no duda en posicionarse contra los «sucios» indígenas o campesinos que vienen a ensuciar las plazas capitalinas. Irónicamente sin embargo, «seguridad es lo que venían exigiendo desde hace varias semanas los indígenas de Jasy Kañy, no con tanta promoción por su puesto. Hoy al reclamo se le suma la muerte de un niño, quien compitió toda la semana con el gremio de supuestos «productores» por el espectro mediático, sin éxito alguno.
Los medios ponen en evidencia sus realidades inventadas al contradecirse, calificando unos de «masiva respuesta» a la marcha del tractorazo (Abc), mientras otros quieren eufemizarlo, calificando de «fuerza dispar» (Ultima Hora) al evento que prometía movilizar al país que, sin embargo, no hizo más ruido de lo que hicieron las estridentes declaraciones de sus dirigentes y sus instrumentos de expresión.

En la realidad no mediática del campo sin embargo, la seguridad y el trabajo sigue siendo un reclamo postergado de años, décadas, y siglos, seguridad de no morir fumigados, seguridad de no ser asesinados por guardias civiles, seguridad de tener alimentos, un pedazo de tierra, un futuro; mientras los reclamos de trabajo del campesinado se han extendido a la ciudad con la migración por causa de un modelo de producción que ya no puede ser sostenido más que desde la fingida realidad mediática y la fuerza de los tractorazos.

martes, 4 de enero de 2011

Es la fecha más feliz que pueda existir


Por: Jorge González
Fuente: EA. Periódico de Análisis

El 3 de noviembre es la fecha más infeliz que pueda existir, dijo Rogelio Goiburú, quien coordina los trabajos de búsqueda de los 500 desaparecidos durante la dictadura stronista.
Goiburú, hijo de un desaparecido, respondió así al sector de la sociedad paraguaya que todavía reivindica al dictador en la fecha de su nacimiento, que se recuerda cada 3 de noviembre.

Si existen personas en Paraguay que siguen ensalzando la figura y el régimen de Alfredo Stroessner, se debe a que fueron beneficiadas directamente con los 35 años de dictadura o a la profunda ignorancia de un sector del pueblo paraguayo, aseguró el coordinador de la Dirección de Desapariciones Forzadas de Verdad y Justicia.

En una entrevista para la radio comunitaria Sagrado Corazón de Jesús, de Villa Hayes, el mismo dijo que Verdad y Justicia tiene registrado al menos 500 desaparecidos durante la era stronista, de los cuales tienen documentación de 370. ”Y siguen llegando las denuncias”, aseguró. Esto respondió a la pregunta ¿Qué y cómo fue el régimen de Alfredo Stroessner?

Según los registros –dijo- existen 20 mil compatriotas que fueron torturados por los represores del régimen a lo largo de los años y otros tantos exiliados, como parte de las violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos más elementales. “Stroessner sabía todo lo que pasaba, su primer anillo militar, ante cualquier decisión a tomar, esperaba su aprobación”, dijo el hijo del médico Agustín Goiburú, desaparecido en Argentina en 1977, secuestrado por fuerzas conjuntas de Paraguay y Argentina, en el marco del Operativo Cóndor

La dictadura de Stroessner “fundó las bases de la corrupción actual del Estado”, respondió el entrevistado cuando se le preguntó sobre la práctica social de la corrupción que heredamos de aquel régimen. Como parte de sus argumentos, mencionó que Verdad y Justicia registró 12 millones de hectáreas de tierras mal habidas, usurpadas por jerarcas cercanos al dictador o por su misma familia.

Por último, Goiburú pidió un esfuerzo especial a las autoridades educativas para enseñar sobre el autoritarismo en la historia del país. también recordó que los medios de comunicación deben trabajar la concientización de la sociedad paraguaya respecto de lo que fue la dictadura.

Gobernabilidad y transición democrática


Por: Paola Ferraro

Introducción

El presente ensayo toma los conceptos de gobernabilidad y transición democrática desde la perspectiva de diversos autores, sosteniendo que la falta de gobernabilidad en el escenario coyuntural nacional, es el resultado de una transición fallida en el proceso paraguayo.

1. Conceptos principales

Partimos del concepto de gobernabilidad, el cual, a lo largo de este ensayo se referirá al control político e institucional (…), indicando la posibilidad de orientar los procesos e intervenir sobre las variables, de programar objetivos y prever resultados, garantizar coherencia interna a todo proceso social en vías de transformación (Di Tella, 2004). En ella, se busca “integrar a sus actores estratégicos y asegurar el ejercicio eficaz de la autoridad (…) asegurar estabilidad e impedir el caos social (PNUD Paraguay, 2009). No obstante, cabe señalar dentro de nuestra definición, la caracterización de la gobernabilidad en su forma democrática, la cual se vincula con la calidad de vida y desarrollo humano de las personas. La gobernabilidad democrática trasciende la acepción primitiva de “control de los conflictos sociales”, y abarca la capacidad de un gobierno de concertar con diferentes actores sociales y económicos y desarrollar políticas públicas orientadas a satisfacer sus demandas (PNUD-Paraguay, 2009:12) La participación en instancias de decisión (donde se manifiesten expectativas e intereses) hace de un sistema gobernable. Es por ello que la democracia se muestra como condición necesaria (pero no determinante) para el alcance de la gobernabilidad.
El estudio sobre la situación de gobernabilidad democrática se basa en una serie de indicadores que permiten evaluar las políticas públicas, su posible impacto sobre los diferentes sectores sociales, avances y problemáticas en el tiempo. Por ello, el presente trabajo toma y reflexiona sobre 3 variables y la situación en las que estas se encuentran en Paraguay. Estas variables son: (1) Percepción de la democracia, (2) Derechos Humanos e Igualdad ante la ley y (3) Eficacia y trasparencia de la función pública.

a. Percepción de la democracia

Según datos de la Primera encuesta de Gobernabilidad Democrática(*) , la sociedad paraguaya se caracteriza por demostrar escasa afección al régimen democrático. Tan solo un tercio de la población encuestada manifestó considerar a la democracia como a un sistema “preferible a cualquier otra forma de gobierno”, en tanto que las opciones autoritarias o de indiferencia se repartían el porcentaje restante. Sobre la percepción del funcionamiento de la democracia en el país, tan solo un 27% sostenía que la democracia “funcionaba bien en el Paraguay”, cifra que resulta preocupante, por más que la encuesta, posteriormente re-plantee la pregunta al hacer un análisis comparativo del actual gobierno con el anterior; dando a conocer a un 61.1% que ve un mejor/mucho mejor funcionamiento de la democracia en el nuevo gobierno.

b. Derechos Humanos e igualdad ante la ley

Dentro de esta batería de preguntas, llama notoriamente la atención, los resultados relacionados a la vigencia de los derechos humanos e igualdad ante la ley. Según encuesta, 72% al 85% de las personas expresan que los DD.HH no están siendo respetados en el país. Igualmente, salta a la luz dentro del informe, el descontento ciudadano por la ausencia de elecciones trasparentes.
La ausencia de elecciones trasparentes responde, entre otras cosas, a la fuerte vigencia de una cultura política clientelar, en donde no se busca satisfacer las demandas de los distintos sectores de la sociedad; sino que antes bien, las agrupaciones políticas priorizan su interés privado (y el de sus principales financistas). Se desea desarrollar en el elector, una cultura afectiva que lo aferre al partido de afiliación, cultura que es alimentada en el intercambio de favores a cambio de votos, condicionando su fidelidad. Esto permite ver la falta de modernidad del sistema político paraguayo.
El intercambio de favores-por-votos, tiene como una de sus principales formas, la distribución de cargos de poder dentro del aparato del estado. En algunos casos, los partidos políticos llegaron a armar verdaderos “feudos”, trasformando instituciones públicas en algo para su uso “personal”. Esta maña clientelar, fue ampliamente practicada por los sectores de poder, tanto dentro del régimen autoritario, como en los años de la transición, transformándose en ”su manera” de construir gobernabilidad dura, puesto que la lógica clientelar excluía del juego político, a los sectores sociales que no se adherían a ella.
Tan solo el 10.9% de los encuestados respondió de forma afirmativa a la pregunta de si en Paraguay existía igualdad ante la ley, en contraposición a un 85.3%, que contestaron de forma negativa. Seguidamente, un 71.8% sostiene que no se respetan los derechos humanos y, el debate por la libertad de prensa señala que un 49.7% considera que en el país si se respeta la libertad de prensa, en tanto que 42.5% se opone a esta afirmación. Para un 39.3% no se respeta la libertad de organización.

c. Eficacia y trasparencia de la función pública

Finalmente, nuestro último indicador tomado para analizar la gobernabilidad democrática en el país, nos señala que para tan solo un 24.1% de encuestados, la Administración Pública funciona bien en el Paraguay, en tanto que un 67.3% se muestra en desacuerdo/muy en desacuerdo con esta afirmación. Al hacer el análisis comparativo entre el gobierno anterior y el actual, se observa que el 41.5% ve un mejor funcionamiento en la Administración Pública con el actual gobierno. Por su parte, la frase “los planes y programas del gobierno responden a las necesidades de la población”, alcanzó un 47% de desacuerdo/muy en desacuerdo, en tanto que un 38.2% se mostró de acuerdo con la afirmación y un 15% de no respuesta.
Estos datos plantean la existencia de un poder concentrado, que acumula privilegios y logra una desproporción entre las expectativas formuladas por la ciudadanía y la capacidad de gestión de los órganos de gobierno para cumplir las exigencias, desproporción que desemboca en la ingobernabilidad.

2. La transición

Desde la salida del régimen autoritario stronista en el 89, la llamada “transición a la democracia” ha registrado un aumento creciente de las demandas y expectativas hacia el rol del estado, hasta la presente década. Estas crecientes exigencias, se entienden y justifican de momento en que comprendemos que, justamente, es el régimen democrático el que permite, y hasta requiere, la presentación de demandas por parte de los ciudadanos y de los grupos (Di Tella, 2004). Y es esta disparidad entre los aspectos requeridos por la sociedad civil en democracia, conjuntamente con los obstáculos e incapacidad de los sucesivos gobiernos de cumplir con las mismas, lo que ha generado frustración y pérdida de confianza, convergiendo en una crisis, no solo (pero principalmente) de partidos políticos, sino dentro de distintos grupos organizados en la sociedad.
Ante esta situación de insatisfacción de demandas, una de las preguntas más comunes a formularse, tanto dentro de sectores de la academia, como a nivel de opinión pública, es la relacionada a la efectividad de nuestra democracia; y en ese sentido, se hace hincapié en la figura de la transición democrática en Paraguay ¿Fue realmente nuestra experiencia una “transición a la democracia”? ¿Puede decirse hoy, a más de dos décadas de iniciado el proceso (y sumándole a nuestra coyuntura, la presencia de un nuevo actor político en el gobierno) que se ha consolidado el sistema democrático en nuestro país?
Con el proceso iniciado el 20 de abril de 2008, las expectativas de la ciudadanía hacia la consolidación de un sistema democrático en Paraguay, ha venido en aumento, dada la experiencia del traspaso de mando de una agrupación política a otra mediante las urnas (por primera vez en los casi 200 años de independencia paraguaya), cosa que no se dio tras el golpe del 89, situación que permitió la permanencia del aparato colorado (**) , con su sector más tradicional-conservador en el poder.

2.1. Entender la transición

Retomando la pregunta efectuada anteriormente, la cual se refería a la efectividad de nuestra transición, considero necesario tomar en cuenta dos aspectos: 1. Por un lado, cabría preguntarse si nuestra “transición a la democracia”, sobre todo en sus primeros años, puede ser entendida como un proceso de liberalización (apertura de libertades públicas), más que como inicio de cambios estructurales dentro del juego de poder, y 2. Si realmente los cambios en el régimen de gobierno, pueden solucionar la siempre vigente problemática de las desigualdades entre sectores sociales, para garantizar la gobernabilidad.
Sobre el primer punto, resulta pertinente tomar las reflexiones de Galeano (2008: 54) acerca de lo que el denomina “la apertura otorgada”. Para el citado autor, el golpe a Stroessner se gesta y es otorgado por los sectores de poder (FF.AA., representantes de la cúpula tradicionalista del partido colorado ) a la ciudadanía; por más que esta (organizada en distintos sectores) llevaba años de lucha, exigiendo el cese de la represión y la apertura de un sistema más participativo. Para Galeano, el golpe fue el último capítulo de la autodescomposición del estado autoritario vigente durante la era stronista.
No solo el golpe, sino también la transición, tiene como protagonistas al Partido Colorado y sectores de las FF.AA. La oposición, desarticulada tras años de persecución política desde el terrorismo de Estado, no se encuentra ni en condiciones, ni con la coyuntura dispuesta, para protagonizar la transición.
La proclama del General Rodríguez, (cabeza visible del golpe efectuado contra Stroessner y hombre de confianza del mismo durante la dictadura) difundida en la madrugada del 3 de febrero, es una muestra fehaciente de que los sectores en el poder, no tenían como prioridad, la apertura de un proceso democrático-participativo-incluyente, antes bien, recuperar la “honorabilidad” de las FF.AA. y la Unidad del Partido Colorado, eran prioridad en la agenda Así, la reconstrucción del escenario político busca consolidar la legitimidad de viejos actores protagónicos. Las elecciones de mayo del 89, que proclaman al General Rodríguez como presidente, no son más que un mero acto simbólico, bajo la fachada (in-creible) de elecciones (democracia representativa)
Con relación al segundo punto, que versa sobre el alcance de los cambios de régimen para la instauración de la democracia, Garreton nos sugiere que las transiciones deben ser entendidas como una cuestión referente a cambios de régimen; entendiendo al régimen como a la forma de relacionamiento entre el estado y la sociedad. Una transición (o democratización) permite el cambio en las relaciones entre actores, pero no va más allá de esto:

¿Qué significa el fenómeno de la democratización política? Significa exclusivamente apuntar al nivel del régimen (…) El tema de las transiciones es el tema de las democratizaciones, lo que plantea como cuestión central, los cambios de régimen, y no otra cosa (Garretón, 2008: 137)

Seguidamente, concluye:

¿Qué resuelve un régimen político? Resuelve solo dos cosas: el modo como se gobierna la sociedad y el modo como se relaciona la gente con el Estado, es decir, la ciudadanía (…) de ahí el descontento de la gente que piensa que al cambiar el régimen, al pasar de un régimen militar a uno democrático, se resolverán los problemas de igualdad social (Idem).

Resulta necesario agregar a las citas del autor, dos conclusiones que nos ayudan a centrar una idea. Por un lado, si bien la transición-cambio de régimen no es directamente proporcional al establecimiento pleno de una democracia, es justo señalar que estos cambios en las relaciones estado-sociedad civil generan mayor o menor posibilidades para la resolución del problema de la igualdad en derechos. Igualmente, Garreton señala que no hay proyecto político sin proyecto de régimen

3. Conclusiones

Todo cambio de régimen nos supone la idea de una ruptura o desequilibrio de hegemonía dentro de una sociedad, permitiendo la incorporación de nuevos actores. Por ello, la transición paraguaya requería, de manera inexorable en los primeros años, de una verdadera negociación entre gobierno y oposición, en tanto que esta ultima cuente con capacidad de fuerza como para imponer condicionamientos y rechazar intentos de reducción de su espacio (Lachi, citado por Uharte, 2008). Las dificultades actuales en el ejercicio de la gobernabilidad democrática responden a la postergación de la participación de actores y la concentración del poder (democracia de baja calidad), en la experiencia de transición. Varios de estos sectores subalternos, se encuentran hasta hoy, invisibles y proscritos a una posición secundaria, lo cual contribuye a la frustración de sus expectativas, favoreciendo la ingobernabilidad.

NOTAS

(*) La Primera Encuesta de Gobernabilidad Democrática, es un documento perteneciente al Congreso de la Nación Paraguaya y al Programa de las Naciones Unidas, Paraguay, realizado durante el mes de diciembre del 2008. Los resultados fueron divulgados a principios del 2009
(**) Entiéndase al adjetivo “colorado”, como forma de referirse a la Asociación Nacional Republicana (ANR), también denominado “Partido Colorado; agrupación política tradicional en el Paraguay que gobernó durante la dictadura stronista, y en los distintos gobiernos de transición, hasta el 2008.

Bibliografía
Di Tella, Torcuato. (1990). Diccionario de ciencias sociales y políticas. Buenos Aires, Argentina

Galeano, Luis. “¿De la apertura otorgada a la transición pactada?”. Revista Paraguaya de Sociología nro. 131. Año 2008. P.53-67

Garretón, Manuel Antonio.”Comentarios a la transición paraguaya”. GTPP-CLACSO (7 y 8 de agosto de 1989). Revista Paraguaya de Sociología nro. 132-133. Año 2008. P.135-143

Indicadores de gobernabilidad democrática en el Paraguay. PNUD-Paraguay. Congreso de la Nación Paraguaya- Año 2009.

Uharte Pozas, Luis Miguel. “El gobierno de Lugo: transición, cambio político y nueva ecuación democrática”. Revista NOVAPOLIS nro. 4 abril/octubre 2009. P. 11-34