... no buscará lo legal, sin lo justo... (Rafael Barret)



porque a mi entender, la justicia nunca ha estado en los tribunales

Porque la justicia, como muchas otras cosas, no es más que una idea abstracta que espera concretizarse en el accionar de los oprimidos

Porque la justicia le toca a quien la busca y a quien la piensa, y a quien la nombra

La justicia no es letra muerta, es un accionar cotidiano que busca justamente, descentralizar el poder

Porque la justicia no la construyen los dioses ni los reyes déspotas (mal llamados “gobernantes” o “poderes del estado” en las democracias occidentales modernas), no viene de arriba, sino de abajo

Porque es un error pensar que solo la conocen... los abogados (¿?)

Porque la idea de justicia ha cambiando con el tiempo, con las luchas, con los aprendizajes

Por esa y otras razones, este blog.

Con ganas de preguntarnos y re pensar, a partir de las ciencias sociales, noticias, comentarios, ensayos y demás, la siempre presente idea de la justicia

viernes, 6 de abril de 2012

¿Cómo te pega el año político a vos?


Si tuviera que hablar de mi realidad particular y hacen un resumen en palabras claves, creo que elegiría para las mismas “hastío” y “angustia”. Desde que tengo memoria odio los años políticos, por más de que los mismos nos permitan ver de manera fehaciente como los tan arraigados discursos de “unión e igualdad” y “todos somos paraguayos”, caen por su propio peso y se descascaran. En cualquier momento uno puede criticar estos consagrados refranes, a costa de ser vapuleado con la “insultante” etiqueta de “apátrida”, separatista, o la más común, intolerante.

Pero lo cierto es que el año político siempre tiene la magia de poner en jaque al casette reproductor de estos discursos… o al menos, ponerlo en pausa por un rato.

A. Cultura del disenso.
Las discusiones políticas parecen reproducirse como conejos durante este periodo abarcante entre internas de partidos y elecciones nacionales. En el campo de lo cotidiano, de los simples “mortales” que comparten su parecer sobre el desarrollo de las jugadas electorales, se observan siempre nervios crispados. ¿Por qué será? Si los medios de comunicación (actores políticos que gustan jactarse de una neutralidad ficticia dentro del escenario electoral) instalan un discurso, el primero que lo critique pasa al banquillo de los acusados. Como suerte de verdad revelada o dogma de fe, los medios nos plantean un escenario político en donde ellos se conocen de antemano todas las jugadas, planes siniestros, altercados del futuro y desenlaces del cuento. Se va construyendo entre la gente una suerte de “sentido común”, donde la realidad deja de ser compleja para ser una simple especulación.

Y los que comprenden que “no es tan así la cosa”, pasan a engrosar la lista de los “fanáticos electorales”, o hasta la fila de los “ideologizados que no ven la realidad” (este es mi grupo favorito). Si para usted, señor o señora, la realidad es algo complejo que no se resume en jugadas mal armadas de un ajedrecista trasnochado, es decir, un periodista que teclea desde su oficina las editoriales de los periódicos, póngase tranquilo o tranquila. Recuerde que la sociedad paraguaya no se ha caracterizado precisamente por combatir la hipocresía.

Pero no son solo los medios. Las instituciones educativas de formación primaria, secundaria y hasta (o principalmente) terciaria, gustan de reproducir sus mitos en época electoral. Y la ausencia de una cultura del disenso hace que el contra-discurso sea invisibilizado de la mejor de las maneras: bajo la estigmatización.

Muchos creen que con el golpe del 89, la costumbre de consagrar el pensamiento único ha terminado. Nada más alejado de la verdad. Hasta hoy, todo lo que desafíe a la idea pre diseñado que los paraguayos tienen del orden, viene revestido con la palabra apocalipsis.

Nos enfadamos con el que piensa diferente y lo tachamos de intolerante al defender bajo todo ejercicio argumentativo, su propia postura. Curiosa reacción. ¿No seremos nosotros, los intolerantes que no podemos convivir con discursos alternativos al nuestro? El discurso único del tendotá ya no existe, pero a ese espacio vacío lo hemos llenado con “nuestro propio discurso único”.

B. El ring de boxeo
Pero algunas cosas han empezado a quebrarse. Como he señalado en varias oportunidades, los cambios generacionales en general y este último en particular, han sido el signo de notorias rupturas. A diferencia de la generación de nuestros padres, los nacidos en los últimos años del régimen stronista y los primeros años de la transición, podemos afirmar (sin miedo a equivocarnos) que pertenecemos a una generación con muchos de los permisos con los cuales no contaron nuestros padres. La apertura de libertades públicas, mal llamada democracia, fue naturalizándose en el cotidiano de nuestras acciones y nos permitió cierta libertad de acción y de palabra.

Quizás esta libertad de palabra constituya uno de los elementos centrales que nos permite cuestionar, replantear, o hasta pulverizar muchos de los discursos guardados en la sacristía generacional de nuestros padres. A diferencia de los primeros, que vivieron bajo los preceptos de una sociedad corrompida por el autoritarismo y el pensamiento único, empachada de un discurso ultranacionalista que, bajo esa fachada mal pintada de patriotismo, buscaba neutralizar o hasta eliminar lo diferente y hasta lo auténtico, la generación de hoy comprende o empieza a comprender las falencias en ese discurso que busca pegar las comisuras de las rupturas de una sociedad dividida en bandos y sectores. Y es que a la clásica idea de la mujer y el hombre paraguayo, muy para el pesar de algunos sectores, se tuvo que empezar a aplicar una perspectiva de género que permita la comprensión de las distintas formas de ser hombre y ser mujer en este país (si hablamos en términos de subjetividades). Así también, se le vino la fractura a los aparatos político partidarios (ya no todos éramos 1 o azules) y hasta la propia idea de que todos éramos paraguayos, según la concepción del discurso corriente, se vio afectada.

Parece que estoy dando muchas vueltas. Pero el punto al que quiero ir es que nuestra concepción tribal del mundo cambió… o al menos lo hizo de alguna manera. Si antes todos éramos miembros de una misma tribu aparente, un inevitable sincericidio nos obligó a matar nuestros fantasmas y contemplar las cosas como verdaderamente eran.

Es así que el mundo se nos aparece como un ring de boxeo, aunque solo nos percatemos de ello a veces. Y el año político es un caso más que paradigmático, de cómo ese ring se asienta en la sociedad. No es que la gente se radicalice de onda en la previa a las elecciones. En realidad, somos una sociedad dividida en bandos y partidos, a pesar de que todavía quieran hacernos creen en mitos unificadores cada 14 y 15 de mayo, cada 25 de diciembre y en cada celebración del bicentenario (no puedo evitar hacerle un guiño a Larisa Riquelme en esta última frase).

C. ¿Soluciones?
¿Y qué nos queda? ¿El estado de guerra permanente? ¿Un armisticio? El aceptar la existencia de diferencias y disputas no significa que dejen de existir puntos de convergencia para alianzas bien puntuales entre los sectores. Después de todo, somos seres humanos y estamos condenados a la humanidad, al intercambio, a las alianzas con otros. Pero igualmente, aceptar la posibilidad de alianzas temporales y concretas, no significa ignorar la disputa y las fricciones permanentes que condicionan nuestro relacionamiento.

D. Otras cosas en el ruido.
Otro de los discursos pre establecidos que viene haciéndome ruido desde hace mucho tiempo, y más aún en época pre electoral, es el referente a la neutralidad de las instituciones en juego. En primera instancia, la idea del estado-árbitro y las leyes objetivas, y en segunda instancia, la de los partidos políticos como “asociación de hombres libres”.

La idea de un Estado-arbitro dentro del juego de poder, que contempla las jugadas de los otros actores bajo un criterio racional-objetivo capaz de ver todas las variantes y determinar que acciones son más “justas”, capaz de sancionar las “faltas” del sector en falla y cuya normativa jurídica sea lo suficientemente incluyente para permitir el desarrollo efectivo de la democracia, sin dar preferencia o favoritismo a unos sectores por sobre otros; me parece la más acabada de las ficciones, estampada como verdad indiscutida por la mayoría.

¿Por qué lo digo? Partamos de la premisa de que los distintos cargos que hacen a la estructura del estado se van llenando en la dinámica del juego político. Y en este juego está más que claro que la existencia de partidos no indica más que la división en “partes” de la sociedad. Cada partido, o cada gremio o sector, representan a una parte específica de la sociedad, que puja en el juego de poder con sus contrapartes, con el otro o los otros oponentes. Finalmente, este juego político logra llenar las instancias del Estado, en donde las instituciones y su accionar no son más que el resultado de los actores involucrados dentro de ellas. Pre suponer que estas instituciones tendrán un obrar fuera del campo de la política y la defensa de sus intereses y proyectos, es pecar de iluso.

Ni el Ejecutivo, quien en principio ostenta el poder central de la República, pero que en términos prácticos ocupa muchas veces un lugar secundario a causa de una Constitución de carácter parlamentarista, ni los “grandes hacedores y ejecutores de leyes” del Poder Legislativo y el Poder Judicial respectivamente, juegan un rol de simple árbitro neutral. Si resulta claro que la defensa del interés está presente en los actores ¿por qué los abogados insisten en contemplar la ley como un aparato “perfecto” para “toda” la ciudadanía y de carácter “neutral-objetivo”? ¿Se identificarán acaso de forma parcial o total con los sectores beneficiados en esas leyes? ¿Naturalizan por ello los preceptos de la ley, pre suponiendo que su realidad es la realidad de todo el mundo (universalización de juicio particular)? ¿Repetirán como loritos un discurso pre aprendido de sus profesores de las facultades de derecho, “grandes” juristas que han sacado harto beneficio de las instancias de poder que les tocó ejercer? ¿No se animan a discutir lo indiscutible? El Estado y las leyes son dogmas de fe tan fuertes en nuestras sociedades, sólo equiparables con el dogma católico (si nos remitimos a la sociedad occidental).

Finalmente, creo que los partidos políticos también se merecen algunas palabras en estas reflexiones. Estas organizaciones, que se proyectaron como un espacio democrático para la participación ciudadana, acabaron formando parte de una trampa perversa. Las antaño llamadas “asociaciones de hombres libres” en donde se practicaba la participación de hombre y mujeres para la reflexión ideológica, el planeamiento estratégico y la ejecución de un gremialismo que tuviera un impacto a futuro dentro de la comunidad, acabaron convirtiéndose en simples corporaciones políticas en donde se comprar y fabrican “militancias legítimas”, “carreras políticas” y pseudo proyectos políticos, pantalla que tapa el trampolín de una elite dirigencial al poder y sus beneficios. Hoy en día, a la asociación de "hombres libres" le importa el peso de tus acciones políticas. A la corporación le importa más el peso de tus acciones comerciales.

Así que por favor, no me vengan con su discurso pre-memorizado de que hay que respetar la ñembo "institucionalidad" de estas organizaciones que se denominan partidos políticos. No son la tan bonita utopía de "asociación de hombres libres" que ustedes querrían ver. Son corporaciones que maquinan a costa del mejor postor y que construyen su institucionalidad para respaldar el proyecto político de este bienhahido postor-accionista. Buena semana chanta!