Las palabras y sus significados
siempre evolucionan. Lo hacen porque el
contexto en el cual se encuentran inmersas, también evoluciona. El contexto
cambia, al igual que los hombres que lo construyen
(y, a la par, son influidos por el). Es así, que una palabra puede adquirir
nuevos significados, perder otros, o implicar de forma simultánea, más de una
propuesta en la realidad práctica de los humanos.
Ahora bien, una cosa es entender
este complejo proceso de la construcción del lenguaje como forma de conciencia
práctica, y otra muy distinta, es tomar por imbéciles a las personas. Para
aclarar mi denuncia, me remitiré al uso malicioso que los medios de
comunicación y diversos sectores de la clase política nacional realizan para
con el término de “ciudadanía”.
Recuerdo una tarde en la que el
masoquismo cotidiano me obligó a reproducir ese habito tan desagradable que
tenemos algunos, de prender el televisor para ver las noticias. En medio de
sangre, episodios de violaciones a
menores de edad, hurtos y demás, una noticia adquiere carácter de protagonista
de la noche, ocupando más tiempo, que el itinerario de desgracias anteriormente
mencionado. La noticia se refería al “famoso tema” (según algunos) de los
cuidacoches.
(La cronista no pudo evitar
disimular su desdén al pronunciar esa palabra compuesta. Cuida-coches)
El titular de la nota, en
mayúsculas y letras grandes y saltonas (si fuera posible ponerlo en 3D, de
seguro lo hacían) decía: “Cuida-coches VS Ciudadanía”. En la misma, se hacía
referencia a “el descontento ciudadano” por la “impertinencia” de los
cuida-coches en la vía pública. Igualmente, la producción hacía el esfuerzo de
recabar testimonios de personas que hayan sido “victimas” del “ataque” de estos
“personajes”.
No obstante, lo curioso y
sorpresivo fue que, contrariamente a lo que la prensa me había acostumbrado a
oir sobre el tema (desde hacía ya varios meses), se logró una suerte de empate
de 50 a 50, con relación a las percepciones de la “ciudadanía”. Así como hubo
algunos que no dudaron en tachar a los cuida-coches de “delincuentes”, otros
proporcionaron buenas referencias al trabajo de los mismos, señalando que
facilitaban el cuidado de sus vehículos y que habían tomado confianza con
ellos. Otros, hasta desmintieron la versión de la prensa, señalando que en esa
zona (la referida en el informativo) no tenia cuida-coches (casualmente, la
gente que dio estas declaraciones últimas, se declaró como “del barrio”).
No pude evitar preguntarme acerca
de los elementos a partir de los cuales la cronista y la producción del medio
realizaban esa división. Con que argumentos y bajo que conceptos esgrimían ese
parte-aguas. Si el cuida-coche no era ciudadanos, ¿entonces que era? ¿Qué
sub-categoría social les correspondía a esos paraguayos con cédula pero sin mayores
contemplaciones?
El mensaje estaba claro y
difundido. Y lo peor de todo, era compartido por muchos ojos y oídos de la
clase media y media alta del país. Hasta los propios afectados terminaban
creyendo en ese concepto escueto de ciudadanía. Y su escepticismo o pesimismo
era más que entendible. ¿De qué derechos universales y “ciudadanía” podés
hablarle a una persona que ha sido excluida de todo?
Eso por el lado de los medios.
Luego venía la clase política nacional, que en el fondo es siempre lo mismo (la
división entre medios de comunicación y clase política es meramente ilustrativa
para la estructura de mi texto)
Para las autoridades y los
políticos, todos (sin excepción) somos
ciudadanos el día de las elecciones. Todos ejercemos de manera libre y soberana
ese carnecito de ciudadano paraguayo, el día en que se llevan adelante los
comicios a los cargos centrales de la república. Lo curioso del hecho radica en
que los beneficios del carnet solo contemplan la posibilidad de participar del
ritual del voto, ritual al que “todos podemos y debemos participar”. Es así,
que ser ciudadano, se reduce al acto de votar y todos somos ciudadanos cuando
de votar en elecciones se refiere (según apela el discurso dominante)
De este modo, el oportunismo de
algunos raya el cinismo, y lo hace por partida doble, de momento en que limita un
concepto tan amplio como el de ciudadanía, al del voto… y a su vez, permite a todos ser ciudadanos, única y
exclusivamente en tiempos electorales. Reclamos ciudadanos a destiempo pasarán
a engrosar la lista en el libro de quejas y sugerencias al gobierno. Y como
todo libro de quejas y sugerencias, este nunca será leído.
Aunque eso no quita que unos
pocos elegidos, si cuenten con la tarjeta VIP de ciudadano tiempo completo. De
más está aclarar que al VIP, solo entra gente exclusiva.
Pero en internas y en generales,
los cuidacoches votan. Es más, se les paga para ejercer de manera “libre y
soberana” su voto por un día. Magna bondad la del poder fáctico, que te paga
para mantenerlo arriba, te hace “ciudadano por un día”, tu día de suerte… pero
hasta ahí no más.
Hasta que punto manipulamos
categorías y conceptos? Hasta que punto nos damos licencia de manosear a las
palabras, de crear eufemismos, de no fundamentar nuestras afirmaciones, o lo
que es peor, de fundamentarla con argumentos endebles y, sobre todo, sectarios. Las palabras evolucionan todo el tiempo, como
señalamos en líneas anteriores. Pero este accionar que hoy critico, no es fruto
de la trasformación sino de la bajeza.
Cuando me disponía a dar
lineamiento final a este articulo, me encontré
con unas declaraciones de la edil municipal, Pepa Kostianovsky [1],
en relación a la instalación de cuidacoches en la costanera. Sus declaraciones, no hicieron más que
fortalecer mi anterior percepción (expresada a lo largo de estas líneas). Los
“delincuentes” de los cuales ella tanto reniega, deberían dejar de sostener que
su única fuente de trabajo dentro de la matriz económica nacional (altamente
excluyente y concentradora de poder) es cuidar coches, si vamos a jugar en su
misma lógica. A la edil le faltó sugerir, tal vez, la posibilidad de que los
“malvivientes” se presenten a las oficinas de Jobs con su currículo vital
impreso, a la par en que dejaran a sus hijos en la guardería privada, para
evitar una nueva “generación de mendigos”. La universalización de juicio particular, al
decir de Guiddens, parece no tener límites dentro de varios referentes de la política
nacional.
Finalmente me queda decir algunas
cosas. Por un lado, referirme a toda esta cuestión mediática de la “pseudo
indignación”, que no pasa de ser un amague puramente performatico de la clase
media nacional. Los que se indignan con el que no puede defenderse.
A mí, los cuidacoches no me
indignan, me preocupan. Son la prueba fehaciente de una matriz de empleo
incapaz de absorber esa fuerza laboral, hoy sin respuestas. Pero si me indignan
esos “ciudadanos” que disfrutan de invertir su tiempo y energía scrachando a desposeídos,
pero bien que callan (y otorgan) los robos y estafas de los bandidos y
extorsionadores de guantes blancos y con banca en el parlamento. Pasa que sos
re facha y “cívico” si scrachás a los pobres y salís por TV… pero sos hasta “zurdo” si scrachás grandes estafas,
realizadas con dinero público desde las instancias de poder político.
El 21 de abril del 2013, los cuida-coches tendrán el permiso de salir a las calles a votar, como buenos y obedientes ciudadanos, porque los “ciudadanos a tiempo completo” se lo permitirán. Estos últimos comprarán sus cédulas (porque el dinero siempre compra ciudadanía) o pagarán para que ellos mismos vayan a votar por la próxima sarta de idiotas que se llenaran la boca con palabras tan manoseadas como ciudadanía, democracia y participación. La reformulación de políticas económicas, la lucha de verdad contra la pobreza y la exclusión, el respeto a los compatriotas que atraviesan situaciones de marginalidad, y la búsqueda de soluciones y no meros parches, bien gracias
[1]
Sobre el repudio de Pepa Kostianovsky a la desición de ediles municipales para
dar “luz verde” a cuidacoches en la costanera
http://www.hoy.com.py/nacionales/aseguran-que-luz-verde-a-cuidacoches-es-con-intencion-electoralista