Murió Chávez, murió Oviedo, se
declara juicio político a Lugo, ¿qué pasa en Curuguaty?… y la sarta de
fantasmas escondidos en la caja de Pandora de la sociedad paraguaya no duda en
dispararse. Los que se jactan de una pseudo neutralidad, caen en la trampa y la
contradicción de un discurso inmovilista, que en realidad busca consagrar su
postura como la única normal, la única racional, coherente y hasta “natural”.
El que se pronuncia “respecto a”,
es el fanático, el ideologizado. El que ningunea y evita posturas frontales, es
el objetivo, el que ve “lo bueno y lo malo de”. Nada más alejado de la
verdad. Y sólo la muerte de referentes o
las situaciones políticas extremas tumban los espejismos de analistas que se
jactan de impolutos y vírgenes de ideología, pero que a la hora de la verdad,
cuando se les toca su fibra más sensible, despliegan su artillería ideológica
al dos por tres.
Los que no tememos a la palabra
ideología, o al menos intentamos aceptar que si tenemos postura, sonreímos complacientes.
Las máscaras y los discursos se caen, como la manzana en la cabeza de Newton,
cuando la coyuntura fuerza al individuo común a tomar postura por algo y contra
algo.
Lo “natural” pierde su carácter incuestionable
y entra a disputar, de hecho, se ve bajo amenaza.
Los periodistas intocables,
montados sobre las estructuras todopoderosas que son los medios modernos de
comunicación, se rasgan las vestiduras, al ver amenazados sus intereses y/o el
de sus empresas de la información (verdadera identidad de los mal llamados
medios). Aterrados, no les queda otra que defender su puchero a capa y espada,
extender sus ideas y canonizar a las mismas como verdad absoluta. Un micrófono,
un teclado o una cámara pasan así a ser el medio que extiende el mensaje. La
verdad se oye así en las radios, se ve en la tele o se lee en los periódicos. Y
es incuestionable. Es incuestionable porque es “objetiva” y por ende, “neutral”.
Es neutral porque los periodistas “son siempre gente desapasionada que oye
todas las campanas del problema”.
Los profesores intocables enseñan
su verdad a través de libros de texto y ensayos de autores”objetivos”. Los
alumnos que discuten, serán siempre los ideologizados, los que “deben informarse
más”, “los mediocres”, los fanáticos. Los profesores son objetivos porque son
académicos, intelectuales. Y los intelectuales, por ser intelectuales, son
siempre neutrales”.
El que discute de política en el
almuerzo familiar e irrumpe en el “consenso tácito de la familia”, será el “fundamentalista”
(como me encanta este adjetivo calificativo, que busca y logra descalificar).
El que tome postura todo el tiempo, será siempre un problema.
¿A partir de qué momento las
palabras “objetividad” y “neutralidad” pasaron a ser sinónimos, y/o a describir
situaciones de extrema hipocresía?
Y estos discursos, bien
dirigidos, bien intencionados, nos invaden todos los días. Nos acostumbramos a
ellos. Convivimos, como a una suerte de concubinato estándar. Hasta que algo
pasa y la calma se vuelve tormenta. Y súbitamente, hasta el más taciturno se
politiza.
Hoy, la muerte de Chávez le hizo
hablar a muchos (en otros tiempos, el panorama internacional no daba tanto de
que hablar). Le hizo hablar a esos que normalmente guardan silencio, capaz por
respeto, capaz por miedo, capaz por fingir que nunca tienen postura, los que
son ingenuamente inocentes o
perversamente inocentes. Mostraron así su lado político, lado al que temen o
buscan rehuir. Así también la muerte de Oveido, así también el golpe (si, para mí
el 22 de junio fue un golpe, y de eso alguna vez hablaré en otro artículo y
otras líneas), así también la masacre de Curuguaty y la asquerosa parcialidad
de la justicia paraguaya… y tantas otras cosas y casos que evidenciaron (y lo
seguirán haciendo) la división de una sociedad que todavía cree en el mito de
una unidad compacta en sus desigualdades extremas y en un aislamiento de la
situación internacional, el cual por suerte ya no existe. Todos alguna vez
hablamos. Y alguna vez confrontamos.
La gua´u neutralidad caerá siempre por su propio
peso. Cómo las manzanas de Newton.
No hay comentarios:
Publicar un comentario