... no buscará lo legal, sin lo justo... (Rafael Barret)



porque a mi entender, la justicia nunca ha estado en los tribunales

Porque la justicia, como muchas otras cosas, no es más que una idea abstracta que espera concretizarse en el accionar de los oprimidos

Porque la justicia le toca a quien la busca y a quien la piensa, y a quien la nombra

La justicia no es letra muerta, es un accionar cotidiano que busca justamente, descentralizar el poder

Porque la justicia no la construyen los dioses ni los reyes déspotas (mal llamados “gobernantes” o “poderes del estado” en las democracias occidentales modernas), no viene de arriba, sino de abajo

Porque es un error pensar que solo la conocen... los abogados (¿?)

Porque la idea de justicia ha cambiando con el tiempo, con las luchas, con los aprendizajes

Por esa y otras razones, este blog.

Con ganas de preguntarnos y re pensar, a partir de las ciencias sociales, noticias, comentarios, ensayos y demás, la siempre presente idea de la justicia

domingo, 9 de enero de 2011

La utopía de Soledad Barret


Por: Antonio Pecci
Fuente: Diario Última Hora

Soledad Barrett (1945-1973), nieta del gran pensador y cronista del Paraguay profundo, Rafael Barrett, es la homenajeada hoy en la histórica Plaza Italia. El Grupo Memoria, con el apoyo de diversas figuras y organizaciones, hace un rescate de esta destacada luchadora que simboliza, como pocas, la utopía, el tenaz empeño por buscar una sociedad mejor, donde "el hombre no fuera el lobo del hombre".

A pesar de que su vida y su lucha cruzan el Paraguay, la Ar- gentina, Uruguay, Brasil, Chile y Cuba, es prácticamente una desconocida en nuestro país. Desconocida e ignorada. Una activista que, rompiendo los prejuicios sobre el rol de la mujer en su época, se instaló en la lucha por una sociedad más igualitaria, codo a codo con sus compañeros latinoamericanos. Desde muy joven sintió los rigores del exilio junto a sus nueve hermanos y su padre, Alejandro, único hijo de Rafael Barrett.

Ya en la secundaria, en Montevideo, Soledad demostró su sensibilidad hacia los problemas sociales y políticos, destacándose en los mítines estudiantiles y en los actos antifascistas. Aunque Uruguay era conocida en los 60 como "la Suiza de América", sin embargo, albergaba grupos derechistas violentos. Uno de ellos la secuestró y le dejó marcada la cruz gamada en las piernas. Un suceso que tuvo un tremendo impacto social y motivó la solidaridad ciudadana. Tenía 17 años.

Pese a este hecho, se invo- lucró más aún en la lucha y, ante sucesivas persecuciones, tuvo que viajar a Chile y Cuba, donde se vinculó a la lucha la- tinoamericana, recalando finalmente en Brasil, donde encontró la muerte un 8 de enero de 1973, junto a otros 5 militantes socialistas.

A Soledad la conocí de casualidad en Santiago de Chile, en julio de 1971. Habíamos arribado a dicha ciudad con el elenco del Teatro Popular de Vanguardia, como parte de la gira camino al Festival de Manizales, Colombia. En la capital chilena nos ayudaban, entre otros, Tomás Palau y Nany Barrett, hermana de Soledad. Ambas llegaron una mañana a la radio de la Universidad Técnica, donde yo iba a ser entrevistado, y ellas participaron de la audición. Así conocí a Soledad.

Alta, de sonrisa calma, era una mujer que atraía por su be- lleza y por su rica personalidad, aunque con un dejo de tristeza. Nany nos contaría después que su hermana pasaba por un momento difícil, porque el marido, el brasileño José María Ferreira, había sido detenido y muerto al regresar clandestinamente a su país para luchar contra el régi- men. Generosa y valiente, Soledad no se arredró ante ese golpe y fue al Brasil a continuar la lucha. Allí escogería entre los compañeros de ideales a una nueva pareja: Daniel, que resultó ser un infiltrado dentro del grupo y terminaría entregándoles a la Policía.

A Soledad intentaron matarla; pero ella vive, como dice el poeta Miguel Ángel Caballero Figún, compañero de estudios en Montevideo:

"Ya se cerraron tus ojos,más profundos que la tierra;pero aún flota tu mirada,más allá de las tinieblas."

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