... no buscará lo legal, sin lo justo... (Rafael Barret)
porque a mi entender, la justicia nunca ha estado en los tribunales
Porque la justicia, como muchas otras cosas, no es más que una idea abstracta que espera concretizarse en el accionar de los oprimidos
Porque la justicia le toca a quien la busca y a quien la piensa, y a quien la nombra
La justicia no es letra muerta, es un accionar cotidiano que busca justamente, descentralizar el poder
Porque la justicia no la construyen los dioses ni los reyes déspotas (mal llamados “gobernantes” o “poderes del estado” en las democracias occidentales modernas), no viene de arriba, sino de abajo
Porque es un error pensar que solo la conocen... los abogados (¿?)
Porque la idea de justicia ha cambiando con el tiempo, con las luchas, con los aprendizajes
Por esa y otras razones, este blog.
Con ganas de preguntarnos y re pensar, a partir de las ciencias sociales, noticias, comentarios, ensayos y demás, la siempre presente idea de la justicia
miércoles, 19 de enero de 2011
Mitos, olvidos e incisiones.Nuevas heridas para viejos problemas en la ANR
Paola Ferraro
1. Incisiones.
La accidentada Convención Colorada del 15 de enero, fue una muestra fehaciente de la crisis actualmente presente dentro del mencionado partido. Era difícil para uno, durante los primeros años de la transición democrática, imaginar que veintiún años después del golpe, el partido con mayores afiliados en la República, el mismo que logró partirizar a las Fuerzas Armadas y mantenerse en el poder durante sesenta y un años, estaría hoy en la denominada “llanura”, viviendo un proceso de segmentación y agudas disputas de poder.
Y es que, contrariamente a la lógica de filiación-devoción (I) que el discurso colorado extendió dentro de sus bases, el lanzamiento de la pre-candidatura del movimiento Honor Colorado para las presidenciales del 2013, de la mano del empresario Horacio Cartes, preocupa a amplios sectores del partido. No es para menos, tomando en cuenta su exigua labor de militancia, la cual con suerte llega a poco más de un año de afiliación. Esto, sumado a las múltiples acusaciones de vinculación con el narcotráfico, sus hábitos suntuosos y la facilidad con la que ha podido manipular a diversos sectores de la dirigencia para efectivizar la modificación del articulo 110 del estatuto de la ANR, reduciendo de 10 años a uno, la exigencia de militancia partidaria para las postulaciones a cargos electorales (senaduría, diputación, intendencias, gobernaciones, presidencia de seccionales coloradas y membresía dentro de la Junta de Gobierno) hace que no solo la elite colorada, sino también sus cuadros de trabajo en las seccionales y la ciudadanía no vinculada a este partido pare la oreja.
Para los golpeados liderazgos de Nicanor y Castiglioni (este último, más cuestionado que cualquiera) se avecina mayores dificultades. Y es que la credibilidad de estos últimos ha sido duramente cuestionada tras los hechos ocurridos el 20 de abril. Para otras figuras, como las de Zacarías Irún y el empresario Eleazar Salemma, el camino se torna difícil, requiriéndose de mayor trabajo de base y ampliación de alianzas dentro del coloradismo. Por su parte, la hasta hace poco tiempo tan aclamada líder colorada y hoy presidenta de la Junta de Gobierno, Lilian Samaniego (a quien se le atribuyó la “virtud milagrosa” de unir al partido para la victoria electoral en las últimas interdentales), ve con esta situación, una oportunidad y al mismo tiempo un obstáculo.
Por un lado, resulta factible para ella el poder aprovechar el liderazgo que atribuyen a su figura las bases coloradas, a fin de respaldar al no tan popular empresario, quien no se ha destacado por un acercamiento a las seccionales, pero si por su capacidad de construir (¿comprar?) alianzas estratégicas con líderes de peso (entre ellos, el paradigmático Juan Carlos “Cale” Galaverna). Esta jugada puede serle válida para seguir escalando como figura femenina dentro de un partido tradicional, que entre otras cosas, ha reproducido discursos y sobre todo, prácticas patriarcales… algo muy propio de un país como Paraguay, cuyo doble discurso reivindica a la mujer en el papel…pero solo en el papel (II). Pero así también, la decisión de Samaniego tiene sus contradicciones, de momento en que su figura es hoy blanco de ataques, adquiriendo el calificativo de “vendida” dentro de los espacios de discusión y desilusión de sus hasta entonces, fieles seguidores.
Este pantallazo proporciona a primera vista, la descripción de un partido colorado fuertemente golpeado por las disputas constantes, con múltiples dificultades para la construcción de una agenda común y con la imagen moral nuevamente deteriorada, no solo para con sus contrincantes inmediatos, sino también para con los seguidores de la propia asociación.
1.1. El mejor amigo de un colorado…
Creo que uno de los mitos mayormente extendidos dentro del imaginario colorado, es el de la célebre frase “el mejor amigo de un colorado es otro colorado”. La idea de contemplar a un partido como a un todo homogéneo en donde la lucha por el poder e intereses solo puede darse para con los otros, y donde el “correli”(III) es entendido en términos de hermandad/fraternidad (y no como adversario político), esconde una interpretación un tanto simplista y mitificada de las relaciones dentro del coloradismo.
Ateniéndonos a la experiencia de cohesión más significativa que tuvo el partido (el régimen stronista), en donde el poder se hallaba visiblemente concentrado en la figura de Alfredo Storessner y sus colaboradores más cercanos (primer anillo), se toman como factores principales que motivan esta cohesión aparente, la unión entre partido colorado-Fuerzas Armadas-Estado, y las consecuencias de la misma, es decir, la construcción de una gran estructura dominante.
El control absoluto de la fuerza coercitiva del Estado, principalmente de las Fuerzas Armadas, el despliegue de un aparato electoral solventado en fondos públicos, la reproducción imparable de seccionales que hacían la suerte de “centros comunitarios” construidos para asegurar una relación de lealtad incondicional con sus afiliados (a través de la compra de medicamentos, las recomendaciones laborales, las facilidades otorgadas a afiliados para ingresar a la Universidad Nacional de Asunción, entre otros) hacían que los mismos vean al partido en el poder como a una entidad con cualidades magnánimas, sin comprender que esta bondad era practicada únicamente con los afiliados (la oposición, tanto militante como la no militante, no reunía el requisito necesario para acceder a la ayuda estatal).
Pero más que una forma sutil de compra de conciencia, esta práctica tenía como principal objetivo el control de la sociedad, dado que, a medida que un mayor número de personas se unían al partido colorado, este incentivaba su campaña de afiliación y las actividades dentro de sus centros comunitarios. En las seccionales se bautizaba a la gente, conocías a tus amigos, festejabas el 15 años de tu hija, conocías a tu futuro conyugue, te casabas y hasta tenías la suerte de llevar a cabo tu funeral. En síntesis, los ciclos vitales principales de las personas tenían como epicentro la seccional, (momentos altamente significativos que marcan la construcción simbólica de valores dentro de las personas) siendo este espacio físico, el espacio idóneo para el control. Puede parecer paranoico, si lo pensamos desde nuestra realidad actual, en contexto de vida democrática. Pero durante los años de la dictadura, la sistematización de la vigilancia y vigencia del pensamiento único era tal, que los mecanismos más sutiles de dominación, fueron camuflayados con su naturalización. La práctica del pyrague (IV) o espías habían atravesado un proceso de adoctrinamiento tal, a fin de contemplar como peligroso y subversivo, a toda práctica disidente de la doctrina oficial. Los pyragues no solo vigilaban los espacios de encuentro de los “comunistas/enemigos de la patria” (V) o los espacios públicos más significativos de la sociedad civil (institutos educativos, Iglesias, parques y áreas de recreación)… también rondaban por las seccionales y vigilaban a los propios afiliados.
Igualmente, esta vigilancia y práctica de control no impidió que sectores colorados integren espacios de oposición.
La experiencia del MOPOCO (Movimiento Popular Colorado) es quizás la más conocida y mayormente documentada, como ejercicio de oposición al régimen dictatorial, dentro de las propias bases del partido. Sin embargo, no fue la única. No es mi intención explayarme sobre la caracterización de esta experiencia, simplemente deseo nombrar a la misma como una de las tantas incisiones producidas dentro del partido, a fin de ir desmitificando la idea de una cohesión absoluta durante la última dictadura.
1.2. “… es cualquier otra persona” (menos otro colorado)
La propia naturaleza de nuestra transición, constituye una muestra clara de esta división imparable en el seno del partido. El régimen stronista cae por su propio peso y contradicciones, lográndose iniciar un proceso de liberalización otorgado por el viejo poder y un tipo de transición que supone un diseño de la sociedad a la que se quiere llegar y los métodos de como llegar, teniendo en cuenta ciertas reglas que, en verdad, no son otra cosa más que el resultado de la correlación de fuerzas entre lo viejo y lo nuevo. (Flecha: 1993, 1).
Igualmente, vale señalar como principal atributo de la experiencia paraguaya que el proceso de la transición no se debió a la derrota del poder por una fuerza adversa a él, que buscara imponer un modelo totalmente distinto al que existía, sino más bien fue un quiebre del propio poder existente, en el que el sector triunfante buscaba capturar, para sí solo, el estado con el objetivo de imprimirle a éste una forma más distendida, hasta el límite que no modificara el peso de su poder (Flecha: 1993, 2)
Nuevamente resulta imposible aplicar como una verdad absoluta la frase de amistad incondicional entre colorados. Recordemos que Andrés Rodríguez, líder de las fuerzas de Stroessner, a más de ser mano derecha y correligionario del mismo, era su consuegro.
Los años de transición no harían más que alimentar estas divisiones, siempre existentes dentro de un partido. Si bien el discurso oficial hizo la visa gorda a estas diferencias, la cada vez mayor fragmentación del poder con la aparición de nuevos actores en los años de construcción de la democracia, quebrarían una vez más, la idea de unidad absoluta. Una de las primeras fragmentaciones indudables, fue la fuerte disputa por el liderazgo del partido, a través de tres frentes bien diferenciados que pugnaban por la representación colorada en las elecciones para sucesor de Andrés Rodríguez: El frente wasmosista, el argañista y el oviedista. Cada uno llevaba como denominación de la jerga cotidiana el nombre de sus líderes, y la lógica de acción de cada sector, respondía a intereses contrapuestos entre si, dado que las cabezas del movimiento (y sus seguidores inmediatos) provenían de diferentes estamentos de la sociedad (empresariado, caudillismo político conservador y fuerzas militares, respectivamente) y se valían del Partido Colorado como catapulta de poder eficiente para llegar a la presidencia.
Las divisiones y rupturas continuarían. El gobierno de Wasmosy se vería obligado a sortear toda suerte de inconvenientes, provenientes no solo desde las fuerzas de oposición, sino también (y principalmente) de su propio partido. En el medio, la siempre presente disputa implícita entre sociedad civil y fuerzas armadas marcaría los años del primer presidente civil de la democracia, sembrando dudas, miedos e intentos de golpe de estado.
Marzo del 99 constituye un acontecimiento de suma importancia por tres razones, dos de ellas, concernientes a nuestro tema de las incisiones. Por un lado, la lucha entre estos tres frentes evolucionaría hasta llegar a las elecciones del 98 y acontecimientos posteriores, como son la inesperada absolución de Oviedo (sentenciado a prisión por el intento de golpe a Wasmosy en 1996), el asesinato a Argaña y el levantamiento civil, con la posterior renuncia del pupilo del oviedismo, Raúl Cubas Grau. El UNACE, todavía inscripto como corriente interna de la ANR, pasaría junto a su líder, a un plano secundario, siendo duramente cuestionado por sectores de la ciudadanía y demás agrupaciones políticas. La figura mesiánica de Oviedo descendería en popularidad, al ser acusado como el autor intelectual de la muerte de Argaña (primero) y al liderar un segmento político responsabilizado por la muerte de jóvenes manifestantes durante la semana del Marzo Paraguayo (después). Los ataques también se reproducirían dentro del propio Partido Colorado, motivando a la separación del grupo oviedista en el 2002, pasando el UNACE a constituirse en una agrupación política aparte.(IV) E aquí una muestra de gran incisión irreversible en tiempos del nuevo régimen.
Otro aspecto que nos trae el marzo, y que guarda de alguna forma, relación con las incisiones dentro del partido, es el hecho de que en la correlación de fuerzas entre los sectores militares y civiles de la agrupación política que dirigía al país (y mantenía su hegemonía), se termina dando la victoria a los civiles. La ciudadanía primero, las fuerzas políticas después, ponen en jaque a los sectores más conservadores y anti democráticos de las Fuerzas Armadas, proporcionando un duro golpe a los vestigios de la dictadura militar.
Finalmente, creo que lo más destacado del marzo fue la reacción de la ciudadanía, como forma de ejercicio práctico de la democracia participativa y las múltiples banderas levantadas durante esa semana. Pero de eso no trata el presente ensayo, por lo cual no me extenderé en este último punto.
Más y más divisiones aparecerían en los cinco años de siguientes. Pero creo conveniente adelantarnos en el tiempo y llegar al último periodo colorado, para retomar la discusión.
El perfil del primeramente pre candidato colorado y posterior presidente de la República, Nicanor Duarte Frutos es distinto al de los otros presidentes colorados de la transición. No proviene de los sectores de poder económico y económico-político más importantes de nuestro país. Marca la diferencia al ser un líder de base, con acercamiento a sectores populares y de (aparente) simpatía hacia posturas progresistas. Di Tella lo describe como un personaje bastante nuevo en el partido, de origen modesto, que consiguió controlar a gran parte de la máquina colorada. (Di Tela: 2003, 82). Considero significativas estas diferencias, ya que marcan, no solo una distinción en el perfil, sino también una diferenciación en el manejo de los intereses dentro del partido colorado. La clase oligárquica colorada piensa en Nicanor, más como un intruso que como un aliado. Este y otros aspectos, dificultad la creación de consenso dentro del partido.
Son finalmente, los conflictos constantes entre presidente y vicepresidente por protagonizar la formula colorada por las elecciones generales del 2008, no solo el punto de división (y hasta si se quiere, de ebullición) más crítico, sino que también, es aquí en donde sectores de la dirigencia y afiliados en general aceptan mirar de frente la verdad de un partido dividido, replanteando la vieja frase sobre fidelidad entre correligionarios, y sugiriendo que la ruptura del esquema de relaciones “partido-comunidad” da como resultado que el amigo de un colorado, acabe siendo cualquier otra persona.
Todas estas incisiones constituyen antecedentes importantes. A menudo varios de los pertenecientes al partido (como así también, periodistas simpatizantes) no miran estos factores. Consideran que la problemática de las divisiones internas es algo nuevo, reciente y proveniente de los acontecimientos previos y posteriores a la derrota del 20 de abril. Como ocurre para con otros aspectos y discusiones de la vida política nacional, se llega a la mediatización de la realidad, omitiendo antecedentes inmediatos y distantes, tratando de coyuntural a cuestiones de carácter estructural(VII) . Esto hace que las preocupaciones tardías salgan a flote en momentos de crisis político-partidaria inminente.
2. Nuevos actores políticos.
Hablar sobre la crisis de los partidos políticos no es algo nuevo. Tanto a nivel nacional como internacional, las agrupaciones político-partidarias están atravesando por una fuerte crisis. La pérdida de la “mística” que caracterizó a los espacios partidarios a lo largo del siglo XX, el fortalecimiento de otros actores políticos y la posibilidad de estos últimos de disputar espacios con los partidos (ya no solo compartirlos en forma de alianza respaldatoria de una fórmula), y principalmente, la falta de credibilidad que estas agrupaciones partidarias han sembrado en el electorado (independientemente de su conformación ideológica), produce e incentiva a la crisis mencionada.
Esta problemática es visible en distintas maneras. La apática participación en elecciones es observable en números y estadísticas, como así también a partir de expresiones que se hacen más y más comunes conforme avanzan los procesos electorales: “¿Votar siempre más de lo mismo?, Pero si todos son iguales”, “los políticos solo persiguen sus intereses personales”, “acá lo que se busca es zoquete no más”, etc. La poca concurrencia a las urnas, junto con la cada vez mayor disminución de participantes en concentraciones partidarias, nos hace caer en la cuenta de las dificultades.
Considero que a los nuevos actores políticos, los podemos dividir en dos tipos (no es quizás la más adecuada de las clasificaciones, pero puede servir como un primer ejercicio). Por un lado, están los actores que deciden construir (aunque sea en principio) instancias autónomas a la de los partidos políticos (VIII) , lanzándose a partir de ahí a la arena política. Por el otro, están los individuos y agrupaciones que no provienen de la esfera de los partidos políticos pero cuentan con determinadas formas de acumulación de poder y deciden unirse a los mismos para asegurar sus intereses a través de otras formas de disputa.
2.1. Instancias autónomas a la política partidaria.
En esta podemos citar a diversos grupos provenientes de la sociedad civil organizada en tiempos y situaciones diversas: los movimientos sociales, grupos juveniles, organizaciones feministas, ecologistas, ONGs, grupos por la objeción de conciencia, movimientos gremiales estudiantiles secundarios y universitarios, sindicales, organizaciones barriales, grupos religiosos, agrupaciones artísticas o deportivas, entre otros)
A pesar de las múltiples diferencias interdisciplinarias, estas agrupaciones comparten en común la construcción de un sentimiento o ejercicio de “identidad” entre sus miembros, distinto al construido en los partidos políticos. Esta “identidad” se relaciona mayormente con la subjetividad de los individuos integrantes, diferenciándose de la lógica de fidelidad del partido-comunidad. Se es miembro de un gremio estudiantil (ejemplo) por la identificación directa con las metas y propuestas y problemáticas que este puede plantear en sus integrantes, los cuales a su vez, se sienten “parte de algo”, considerando que sus acciones no están carentes de legitimidad y pueden explayarse sin mayores obstáculos, en comparación directa a los múltiples impedimentos que encuentran al entrar en una unidad político-partidaria tradicional. Por su parte, el sentimiento de identidad hacia el partido-comunidad responde más a cuestiones de tradición intra-familiar arraigadas desde la infancia, a la transmisión (más que la construcción de valores) sobre el partido, hasta el punto de considerar la afiliación al mismo, una cuestión casi ontológica (IX) .
También se da la posibilidad de construir frentes de lucha y trabajo más específicos, acordes con la edad, estratificación social o intereses particulares de los miembros del grupo. Si bien los partidos políticos tienen como principal prioridad adquirir el poder mediante la vía electoral para partir de ahí, ejecutar un programa de acción; varios de estos grupos deciden separarse de la mencionada lógica, al considerar que sus prioridades no se resuelven por esta vía o que la victoria electoral a nivel país no está dentro de su competencia.
La expansión y diversificación de estos espacios, constituye una de las numerosas marcantes que peculiarizan al “choque generacional” existente entre los llamados “hijos de la democracia”(X) y las generaciones predecesoras. Para los padres de esta nueva generación, los jóvenes han adquirido la caracterización de seres “desinteresados por la política y por su comunidad”, “sin ideales” y dedicados a “la pavada”, por citar solo algunos ejemplos. Y es que para los padres resulta difícil (y hasta lo consideraran innecesario o inviable) hacer un análisis comparativo de naturaleza objetiva entre sus tiempos y los actuales. Los mismos están acostumbrados a considerar a la política partidaria como la única forma viable de militancia en el país, calificando a los otros espacios como una pérdida de tiempo o cuestión pasajera. Los jóvenes, por su parte, son cada vez más reacios a ocupar estos espacios de militancia contemplados por sus padres, al incorporar dentro de ellos el discurso de que “la política es luego sucia” o “te volvés mala persona al meterte en política”.
Ahora bien, considero que, contrariamente a este pensamiento conservador que marca hoy la concepción de la política en ambas generaciones, la misma debería ser entendida como toda forma o espacio para la participación activa de grupos y el posicionamiento de los mismos ante una problemática. Véase entonces al accionar político como a una cuestión de posicionamiento crítico y accionar de los grupos, a partir de la reflexión sobre un problema que atañe a los mismos.
Estos nuevos espacios políticos están en crecimiento constate, debido a su atractivo para con el sector predominante de la población paraguaya (el juvenil). Ahora bien, otro aspecto necesario de destacar, es que estos espacios se constituyen en sólidos ejercicios de la democracia participativa, propuesto que amplía la idea de protagonismo, pasándose de una instancia electoral (indirecta) a formas de integración y compromiso que impliquen la toma directa de protagonismo por parte de los interesados, acordando las distancias y suprimiendo a “intermediarios” para el ejercicio de derechos ciudadanos.
Algunos de estos grupos o movimientos deciden finalmente pasar a la vía de una institucionalización político-partidaria, adquiriendo el status de partido. En el caso paraguayo, tenemos varios ejemplos de movimientos convertidos en partidos en los últimos años.
2.2. Incorporación de individuos y grupos a la esfera político-partidaria.
Finalmente, y retomando la cuestión abordada desde el principio (la accidentada convención colorada), creo conveniente esbozar una breve descripción de este nuevo grupo de actores políticos.
Los mismos no provienen de la esfera político-partidaria, sino que son oriundos de los grupos de poder económicos más significativos del país. Comúnmente denominados “dirigentes pandorga” (por su hasta alevoso alejamiento de las bases de un partido) son en cierta forma consientes de que, entre otras cosas, la crisis de los partidos políticos ha logrado un vaciamiento del poder definitorio de la esfera partidaria. Si los partidos tradicionales (sobre todo el colorado) fueron durante un principio y hasta los primeros años de transición, los actores fundamentales en la construcción del poder político, hoy por hoy, estas estructuras caen en la correlación de fuerzas con los sectores económicos, perdiendo el poder anteriormente concentrado. No obstante, estos grupos económicos se valen de los partidos políticos y otros gremios, para debilitar y hasta neutralizar a sus adversarios actuales y potenciales.
Estos actores no solo están por encima de los partidos políticos… también lo están por encima del Estado, como una suerte de poder invisible.
El origen de estos grupos económicos incluye, desde sectores económicos tradicionales como la ganadería y la agricultura de producción a escala, pasando por el negocio inmobiliario, el de la construcción, el de la cada vez mayor concentración de las empresas de la información en pocas manos y, principalmente, el cada vez mayor avance del narcotráfico en el territorio nacional.
Sobre este último sector (sin lugar a dudas, el más polémico de todos y con mayor concentración de poder de entre los demás) el analista Mariano Grondona plantea dos diferencias en cuanto al concepto corrupción. El primero denomina actos de corrupción, cuando todavía el estado puede controlar y corregir la corrupción, y estado de corrupción, cuando el estado mismo es el forjador de la corrupción. El aparato estatal, en este caso, ya no puede controlar la corrupción (Grondona, citado por Flecha: 1993, 10)
Cartes es solo uno de los tantos ejemplos de “dirigentes pandorga” que podemos citar. No es el primero en utilizar su fortuna para escalar políticamente dentro de un partido tradicional, ni será el último. Y es que muchos de estos sectores de poderío económico, han saltado la instancia de financistas de candidaturas, a protagonistas de candidaturas.
Otro ejemplo notable dentro del partido colorado, ha sido la incorporación de Claudia Russel a las filas partidarias, de la mano del Gral. Soto Estigarribeña. Ex miembro de la UGP, se ha constituido como una de las figuras centrales de la producción de soja a nivel industrial, constituyendo un liderazgo polémico y bastante cuestionado por organizaciones sociales y de Derechos Humanos, de momento en que el país vive agudos conflictos entre el sector agro exportador-trasnacional, y las organizaciones campesinas de prácticas de producción tradicionales. A esto se le suma la utilización de plaguicidas y agroquímicos sin respeto alguno a las leyes medio ambientales, el pago exiguo (o hasta a veces nulo) de impuestos a la exportación, entre otras formas de impunidad.
Pero no cometamos el error de considerar al Partido Colorado como al único albergue político-partidario de los grupos de poder económico. La experiencia del PLRA, Patria Querida y hasta el UNACE, son otros ejemplos sobre los cuales explayarse.
Resulta entonces, difícil suponer que los liderazgos políticos volverán a la lógica de los dirigentes de base. Estos nuevos actores políticos ya no encuentran satisfactorio jugar en el banquillo de suplentes, como meros financistas de campañas electorales. Han saltado a la arena electoral, porque la defensa de sus intereses así lo requirió.
Notas al pie
(I)Cartes logra “pasar por alto” la exigencia de militancia política, con el anterior requisito de trayectoria dentro de las seccionales coloradas, (algo que tiempo atrás fue elemento cuasi-inexorable para pagar el “derecho a piso” dentro de los espacios de liderazgo) Y si bien el empresario deportivo no constituye el primero de estos casos, tal vez si sea el más alevoso de todos
(II) Fragmento del poema “Penas encimadas” de Carmen Soler. Del libro “La Alondra Herida”.
(III)Abreviatura del término “correligionario”, que hace referencia al lazo entre dos personas pertenecientes al mismo partido.
(IV) Traducción literal del guaraní “Pies peludos”. Esta expresión hace apología a lo imperceptible de su presencia, siendo capaces de filtrarse en cualquier espacio. El pyrague podía ser amigo, vecino o hasta un miembro de la propia familia de un “sospechoso”.
(V)Lo curioso aquí radica en que el comunismo era entendido para la policía y órganos paramilitares de entonces como toda forma de oposición al régimen (sea o no de izquierda radical). El comunista era un paria social que debía ser eliminado para asegurar el régimen de “paz y progreso”. De ahí el eufemismo stronista de “Democracia sin comunismo”.
(VI)El entonces movimiento UNACE (Unión Nacional de Colorados Éticos) conservaría sus siglas, pero bajo una nueva denominación (partido Unión Nacional de Ciudadanos Éticos)
(VII) Si bien este ensayo parte de la dictadura stronista para hablar de las divisiones internas del coloradismo, es necesario destacar que existieron otras varias experiencias de diferenciación de frentes y fuerte puja entre los mismos. No obstante, se parte del régimen de Stroessner, debido al carácter paradigmático de unidad mitificada que este constituye.
(VIII) Si bien algunos de los grupos no son de formación reciente (como el caso de los sindicatos, grupos religiosos y movimientos sociales campesinos), se observa que durante los años en democracia, algunas de estas agrupaciones nacen, y otras (aunque no todas) de las anteriormente presentes, se fortalecen.
(IX)Nótese esto en la expresión clásica del “ser colorado” o “ser liberal”. La idea del ser parte del partido hace que uno vea al mismo como a una segunda familia, y a su vez, como una suerte de “cédula de identidad” o “caracterización ontológica”.
(X) Entiéndase por los mismos, a aquellos nacidos que ya no vivieron los tiempos de la dictadura
BIBLIOGRAFÍA
Di Tella, Torcuato. "El modelo político paraguayo. Raíces y perspectivas". Documento de trabajo Nro. 6. La crujía Editorial. 2003
Flecha, Víctor-jacinto. "La transición paraguaya". 1993
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Pao, tenés el documento de di Tella? no he podido encontrarlo acá
ResponderEliminarBesos
tengo en impreso... queres que te lo mande? esta bueno, tiene no mas unos cuentos errores (tipo, a nicanor no le apoyó la Iglesia católica y esas cosas)
ResponderEliminarpasame tu dirección, y t mando una copia y arreglamos dsps. Noes largo, por ende no será caro fotocopiarlo.. o si tenes alguien que este por aca y desps vaya para alla